Capitulo V

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espués

Sansa descansa en las tiendas que los Norteños han levantado a las afueras de Desembarco del Rey. Los inmaculados han abierto las puertas que cerraron cuando Jon mató a su Reina.

Jon va a ser liberado y Tyrion, ya es la mano del nuevo rey,

Sansa observaba, detenidamente, lo que quedaba de la ciudad, desde la puerta de la carpa que habían levantado para ella, durante el asedio a Desembarco.

Habían pasado más de 15 días desde el ataque de Daenerys, y todavía, se podía oler el humo y el hedor de la carne quemada. Cerró los ojos, recordando sentir como las cenizas que el viento llevaba, caían sobre su ropa. Los muertos quemados por la madre de dragones, se iban deshaciendo poco a poco, hasta no quedar nada de ellos.

Desde que el cuervo había llegado a Invernalia, Sansa, no había dormido, hasta que puso a todo el Norte en pie de guerra, para bajar al sur a salvar a su hermano, y otra vez, nadie faltó a la leva.

El terror que sentía a que Jon muriese, había desaparecido, pero aun así, no acababa de asimilar que jamás volvería a verlo. No podía evitar pensar que el destino no había sido justo con él... lo había sacrificado todo por el bien de Poniente, y ahora tenía que esconderse... habiendo matado a la mujer que amaba. Movió la cabeza de un lado a otro, sintiendo como suya, la inmensa pena que pudo sentir su hermano.

No iba a ser el Rey, ni tan siquiera Rey en el Norte, cuando por linaje era el auténtico Rey de todos los habitantes de Poniente... y eso le dolía, le dolía mucho... porque estaba segura de que habría sido un gran Rey.

Suspiró y salió fuera, sin abrigo, llevando solo un corpiño de cuero y una larga falda de gruesa lana. Necesitaba sentir el frio dentro de ella, necesitaba sentir la nieve caer. Le ayudaba a pensar.

Tyrion tenía razón. Bran sería un magnífico rey, era la auténtica memoria de Poniente, pero, el que de verdad iba a gobernar, era el único que podía hacerlo en ausencia de Jon, Tyrion, el último Lannister...

Sansa sabía que lo haría bien... y respetaría al Norte... y desde luego, ella, lo respetaría a él y ese respeto mutuo, era lo que los hacia estar de acuerdo a la hora de tomar decisiones.

Sonrió pensando en lo que había llegado a sus oídos. Algunos nobles veían con buenos ojos una posible unión entre ellos, y reconocía que a ella no le parecía del todo mal; puestos a tener que buscar un pretendiente, posiblemente será la mejor opción,...pero, había dos cuestiones que lo imposibilitaban: la más importante, no quería perder la independencia del Norte... y la más difícil de entender, lo seguía recordando, a él y al beso que habían compartido en la cripta de Invernalia.

La disciplina que se había autoimpuesto no le había permitido pensar en Sandor.

Todo le decía que estaba muerto... pero no quería saberlo. No había preguntado a nadie por él... ni tampoco por la Montaña. Sabía que tenía otras obligaciones mucho más importantes que sus sentimientos, y a ellos se había dedicado... y también sabía, que si alguien le corroboraba la fatal noticia, algo dentro de ella se rompería, y no podría cumplir, en las mejores condiciones, con las inmediatas obligaciones de la futura Reina en el Norte.

Estaba sumida en estos pensamientos, cuando oyó unos pasos acercándose desde su derecha, y se giró para ver a Arya dirigirse hacia ella. Andaba con paso decidido, llevando a aguja del cinto, dejando sus pequeñas huellas en la nieve que acababa de caer.

Cuando llegó se unió a ella, mirando hacia el oscuro horizonte por encima de lo que quedaba de la muralla de la ciudad y del bullicioso campamento de la gente del Norte que empezaba a prepararse para volver a su tierra.

Heridas (Sansa y Sandor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora