Capitulo VI

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Capítulo VI

Recorrieron la amplia estancia hasta el final, andando por un suelo enfangado. Sortearon catres, voluntarios, maestres, septas y heridos, que intentaban andar ayudados.

Las vendas manchadas de sangre, y de piel quemada, se amontonaban en capazos que serían incinerados a lo largo del día... La fetidez de las cloacas iba y venía dependiendo de la dirección del aire, uniéndosele el olor sangre e infecciones... pero aun así, Sansa no se inmutó.

Arya se paró al lado de un catre más grande que los otros.

Sansa se acercó a ella y se quitó la capucha de la capa que la cubría. Se mordió los labios y respiró hondo antes de acercarse al hombre que yacía dormido. Estaba tumbado, desnudo de cintura para arriba y cubierto por una gruesa manta.

- Es difícil soportar este lugar... y él, ya puedes ver cómo está... no es fácil...-le dijo Arya a su hermana mientras lo cubría un poco más.

Sansa no le contestó. Se sentó en un pequeño taburete de madera que había en la cabecera de la cama y se limitó a mirarlo.

Su hermana, con la excusa de ir a por una palangana con un poco de agua y unos paños, la dejó sola.

Sansa, a pesar de no darse cuenta de que Arya se había ido, retiró con delicadeza la manta que Arya le había puesto encima.

Verle era desolador. Había perdido bastante peso y las costillas se le marcaban. Arya le cortó el pelo y la barba para poder tratar mejor sus heridas.

Al lado derecho quemado, había que añadir el lado izquierdo, que ahora, era todo una inmensa mancha de varios colores, desde el amarillo, hasta un morado casi negro. El ojo apenas se le veía. Una fea cicatriz lo enmarcaba por la parte de abajo. Arya le había dicho que posiblemente, perdería la visión, y ahora entendía el por qué. Sin lugar a dudas, era un milagro que estuviese vivo...o quizás, una señal del destino.

Le pasó una mano por la frente y notó que quemaba. Tenía fiebre...

Buscó a su hermana con la mirada y la encontró hablando con Samuel Tarly. Daba la impresión de que acaba de llegar hasta allí. Arya ya llevaba en las manos una palangana y un buen montón de trapos. Vendría enseguida.

Resbaló su mano por el rostro de él, y la dejó caer en su hombro. Su amplio pecho era, también, un tapiz de colores, que se extendía hasta su plano vientre.

Apoyó mano en ese pecho y notó el fuerte corazón de Sandor latiendo deprisa, al tiempo que él se movía intranquilo.

Se acercó más... y empezó a cantarle la canción que le cantó el dia que la fue a buscar en Desembarco..

"Madre Gentil, fuente de toda piedad,
salva a nuestros hijos de la guerra y la maldad,
contén las espadas y las flechas detén,
que tengan un futuro de paz y de bien."

Mientras lo hacía no pudo evitar pasar su mano por el abundante vello moreno que lo cubría su pecho. Enseguida apartó la mano, mirando alrededor de ella, pensando en si alguien la había visto...pero no había sido así... nadie se estaba fijando en ella... y Arya seguía hablando con Sam. Una parte de sí misma se sintió molesta por su reacción. No tenía por qué avergonzarse. Lo que sentía por Sandor era muy real y debía ir asumiéndolo si quería que el mundo que la rodeaba lo hiciese.

Volvió a mirarlo notando que su respiración se había vuelto más sosegada, y descubriendo en cada centímetro de su piel viejas cicatrices, incluyendo una quemadura que le cubría el brazo y una gruesa cicatriz en su cuello y en su hombro.

Sansa suspiró... Esa era el cuerpo de un guerrero y su oficio estaba tatuado a sangre, en su piel y en sus músculos... pero, la cicatriz que más le había dolido se la hicieron cuando era un niño...y lo había marcado de por vida...

Heridas (Sansa y Sandor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora