Recuerdos inolvidables

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~Y así como si las palabras se los llevara el viento, ese algo se convirtió en nada~

Anónimo.

12 años atrás.

Hecho un vistazo al reloj que cuelga en aquella pared. Las manecillas del reloj pasan lentamente que pareciera una eternidad. No es fácil estar quiero por tanto tiempo, más si estás castigado, cuyo caso es el mío.

No creo que fuera necesario castigarme, sólo fue una pequeña broma. Las personas no le ven el lado divertido a las cosas. Los adultos son tan aburridos.

Me duele el culo de tanto estar en ésta posición tan incómoda, intento pasar el tiempo garabateando cosas que ni yo entiendo en mi libreta hasta que sea la hora de marcharme.

De pronto en algún momento de mi absoluta concentración no me di cuenta que un sujeto alto con reloj fino y traje entra en el salón de clases. Supongo que no vino y mandó a alguien por mí, pero a éste señor no lo había visto jamás.

Mi padre por lo general siempre decía lo avergonzado que lo dejaba gracias a mis «Estupideces» como solía llamarlos.

—Justo a tiempo, no aguanto un segundo más en éste lugar–. Digo levantando mis cosas y metiéndolos en mi bolso.

Éste hombre me queda viendo con una ceja levantada y dirige su atención a mi profesora.

—¿Que hizo ahora?–. Le pregunta discretamente.

—Cambió el suministro de agua en la alarma contra incendios y en vez de agua fue zumo de uva.

—En mi defensa pienso que el zumo de uva hace más llamativo los pasillos blancos y aburridos de éste instituto–. Intervengo antes de que diga las otras cosas que hice y a mi parecer no son muy graves.

Ambos me miran realmente enfadados y el sujeto resopla por debajo.

—Pagaremos por todo el desastre que hizo a modo de disculpa–. Le dice a la profesora.

—Bien, por qué es la sexta vez que hace algo así de grande y no debíamos pasar por alto–. «Chismosa»

—Tu padre no estará muy feliz de ésto–. Me dice el hombre que tengo a mi lado luego de entrar en el auto.

—¿Alguna vez ah estado feliz de algo que no eh hecho?–. Respondo con ironía.

Pone los ojos en blanco antes de encender el auto y conducir respetando las normas automovilísticas.

—Soy Lucas y seré tú guardaespaldas personal, tu padre me contrató.

«¿Para que querría un guardaespaldas un niño?» pensé por un momento.

—¿Me importa?

—Escucha niño aquí yo soy el adulto y por lo tanto sigues órdenes mías. Cuando diga que no es no. ¿Entendido?

—Como sea–. Apenas lo conozco y ya me está dando órdenes.

El tiempo pasó tan rápido que apenas noto que ya habíamos llegado a casa. Un gran mansión de tres pisos con vista a las montañas y piscina con jacuzzi, cualquiera le encantaría vivir en un lugar cómo éste.

Mi padre no me ha dicho a que se dedica actualmente, dice que soy muy pequeño para saber de esas cosas y por lo general tiene a hombres que lo ayudan en su trabajo.

Bajo del coche no sin antes cerrar de un portazo la puerta del copiloto sabiendo que ésto molestará mucho a mi nuevo "guardaespaldas". Debe entender que no soy alguien que sigue las reglas al pie de la letra.

Mi Vida Entre Mentiras ® [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora