Miedo a mis demonios

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~Good guys go to heaven; the bad guys make you get to heaven~

Heaven.

POV ALEC

Después de hacer todo lo posible para entrar a la casa sin ser vistos –a medias– por los guardias aún debo preocuparme por los demás que están afuera esperando a que dé la orden de salir y marcharse si es necesario. Por muy arriesgado que sea la misión sé que se quedarán.

¿Que como lo sé?

Son unos testarudos de mierda.

Me costó un costal de paciencia encontrar la habitación en donde habían encerado a Marina, revisar una por una no es uno de mis pasatiempos favoritos. Al llegar al umbral de una me percate que parte de su ropa estaba desparramada en el suelo, supuse que estaría en el baño encerrada ocultándose de los guardias de éste lugar.

Me acerco no antes de atrancar la puerta de la habitación con un baúl que estaba justo al lado de la cama y que pesaba más que un saco de maíz. Toco la puerta del baño y no hay respuesta, vuelvo a hacerlo ya un poco más desesperado y sin respuesta alguna. De pronto escucho a alguien llamar la puerta de la habitación:

—Princesita aquí te mandó algo de comer el jefe–. Dice el guardia del otro lado de la puerta —Si no me abres habrán consecuencias.

«Rayos»

Marina al parecer no escucha nada por que no veo que la puerta del baño se abra o siquiera que se escuche algún ruido. Debo encargarme del guardia antes de que advierta a los demás de que estoy aquí.

Sin pensarlo dos veces sólo muevo el baúl a un lado con ésto dejando la puerta libre sin ningún peso. Entre abro un poco la puerta quedándome atrás de ella y sin hacer mucho ruido saco mi navaja que cargo siempre en la manga de mi bota izquierda.

El guardia es un chico poco al rededor de veinte años, lleva puesto una remera blanca y jeans del mismo color, con botas negras y pasamontañas del mismo color ocultando un cabello rubio que por lo que veo no es su color natural de pelo. En el muslo carga una pistolera junto con su arma sin seguro.

Antes de que pueda hacer algo más cierro la puerta y me lanzo encima de él, no le da tiempo a reaccionar a tiempo y le clavo el cuchillo en la yugular haciendo que se desplome en el suelo llevándose las manos al cuello por un breve intento de hacer que pare de sangrar. Con la mirada fija en mi veo como poco a poco su vida acaba, miro a mis manos y los recuerdos llegan a mí como si de la luz se tratara.

El miedo y la desesperación me atacó de nuevo y con una estrategia intento abrir la puerta del baño. Entro en ella y cierro nuevamente, me pongo de conclillas en el lavabo de éste y empiezo a limpiar mis manos ensangrentadas que sólo me recuerdan a lo que acabo de hacer.

—¿Que haces aquí?–. Escuchar su voz me trae de nuevo a la realidad.

Volteo y al mirarla me percato de que sólo está en toalla. La vergüenza me quita todo aquel miedo que tan solo hace unos minutos sentía. Marina es hermosa y no soy tonto por no haberme fijado en eso, nadie lo había hecho en realidad.

—Lo siento, creí que estabas aquí intentando estar alejada de ellos–. Dije señalando a la puerta y refiriéndome a los guardias.

Su expresión de confusión cambia rápidamente al decir eso.

Mi Vida Entre Mentiras ® [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora