CAPÍTULO 7

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Santiago DeSantis

Washington D.C


La bala le atraviesa justo entre sus cejas haciendo volar sus sesos por todo el lugar sucio y su cuerpo cae sin vida hacia atrás de manera insignificante al igual que su vida, el sonido de la bala resuena por el oscuro callejón pero nadie lo nota por la gran bulla de a lado, la gente ignora por completo lo que sucede cerca de ellos.

—Limpia esto y desaparécelo.— ordenó a uno de mis hombres encendiendo mi cigarro.

—Si señor.— acata mi orden en seguida.

Me alejo del lugar regresando al bar, sin tener ganas de ensuciar más mi traje de millones, me recibe el fuerte sonido de los altavoces, los gritos de la gente eufórica y paso ignorándolos a todos completamente e incluso al grupo de jóvenes hermosas que intentaron ligar conmigo hace unos minutos.

No estoy de puto humor para pensar en follar, aún que si podría ser una buena distracción algo me lo impide, así que solo voy directo a mi oficina dejando atrás toda la fiesta.

Me siento desabrochando mi chaqueta y bebiendo mi vodka observando el marco que tengo enfrente en mi escritorio.

—¡Maldita sea!— tiro al otro lado el vaso,  tirando de mi cabello desesperado buscando calmarme.

Voy de un lado a otro recordando momentos significativos de mi vida, de los errores que cometí y de lo arrepentido que estoy en el ahora, me maldigo a mi mismo y me reprendo por ser un maldito cobarde y un verdadero idiota con la única persona que siempre fue buena conmigo y yo la dañe.

Tomo la foto detallando nuevamente el rostro de mi amor, de Leila Miller. Sus pecas, sus ojos color miel brillando de amor dirigido hacia mí, su gran sonrisa llena de inocencia y su hermoso cabello castaño oscuro dónde tantas veces acaricié y no supe defenderlo.

Saber que estaba viva me regreso mi alma, la que había perdido hace tres años cuando la dañe, y tener que darle esa foto dónde tuvimos nuestro último momento de felicidad juntos a Jacob fue como si nuevamente me arrancarán el corazón de mi cuerpo, él la asesinará y acabará con lo que yo no pude.

Tener conocimiento de que está afuera hace que mi desesperación por encontrármela y pedirle perdón mil veces sean insoportables, no se cómo se tomara volverse a encontrar conmigo y temo que no sea agradable.

Dos lágrimas caen en su foto, puede considerarme débil o poco hombre pero llorar por la mujer que amo y amare toda mi vida no está mal, me arrepiento de las decisiones que tome y las que sigo tomando, se que no soy digno de su perdón y tampoco de su amor pero muy en el fondo de mi corazón deseó que todo sea como antes.

Trago grueso limpiando las lágrimas y dejando la foto en su lugar cuando tocan mi puerta.

—Pasen.— me arreglé como si nada hubiera sucedido, tomando asiento de nuevo en mi escritorio.

—¿Por qué desapareciste?— el tono delicado de Rebecca me hace sonreír.

—Tuve que ocuparme de unos asuntos.— Es lo único que le digo por su seguridad, asiente entendiendo perfectamente.

Rebecca ha sido mi secretaria desde hace un año y medio, ha demostrado ser eficiente y discreta, lo que la ha mantenido aquí.

Volveré A Verte [#1] NUEVA VERSIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora