UNO

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Narrador omnisciente

Hunter todavía recordaba esa época, dos años atrás, donde los adolescentes hacían su prueba de segundo género, para saber sus segundos géneros. En otras palabras: quiénes eran alfas, betas u omegas.

Este análisis era sencillo, solo debían recolectar una pequeña muestra de sangre y analizarla en un laboratorio. Incluso algunos padres ya habían hecho este procedimiento desde que sus hijos eran pequeños.

Se recomienda a partir de los 12 a 14 años, ya que si se hace antes puede dar un resultado menos preciso, pero era obvio que la ansiedad en algunos padres era mayor y no esperaban a esa edad.

Pero las instituciones, tanto privadas como públicas, contaban con una prueba de confirmación del segundo género gratuita en segundo año, por la cual con el consentimiento de sus padres cada alumno comprobaba su situación.

Era más que nada para mantener un recuento de cuántos alfas, betas y omegas estaban escolarizados en cada sitio y por un sin fin de razones más, como: el abastecimiento de supresores, prevención y capacitación a los profesores en caso de un celo espontáneo de algún alumno.

También el hecho del prestigio, donde era sabido que los mejores institutos mixtos contaban con la mayor cantidad de alfas, siendo lo usual uno por salón en institutos normales y más de esa cantidad ya era considerado una escuela privilegiada.

Hasta hacía pocas décadas, la división de segundos géneros era muy estricta, donde no se permitía mantener a un omega y un alfa en el mismo salón, eso provocaba una discriminación camuflada de prevención.

Los institutos de únicamente alfas, de solo betas y otros dónde solo asistían omegas también fueron un movimiento conservador en un intento por remarcar todavía más sus diferencias, siendo los institutos de omegas menos prestigiosos y clasificados que el resto.

Gracias a un nuevo gobierno menos conservador y manifestaciones de todo tipo, detrás de varios movimientos sociopolíticos, eso empezaba a ser parte del pasado y las instituciones mixtas e inclusivas surgieron, equiparando la balanza en cuanto a enseñanza y dejando de lado el mito de que los omegas eran menos inteligentes que los alfas, refutando que cada uno era capaz de lograr lo que se propusiera con voluntad propia y apoyo institucional.

Hunter, ahora con 16 años, no se preocupaba en absoluto por esto, él a igual que todos a su alrededor, creían que su prueba a los 14 años fue un error o que nació defectuoso, ya que no presentaba ningún signo de celo o reacciones fisiológicas de Omega, como se suponía.

Frank (para sorpresa de nadie) era un alfa nato. También su pequeña amiga, Rossy, lo que le faltaba de estatura, le sobraba de carácter.

Aaron dijo con simpleza que era beta al igual que el pálido rubio malhumorado confirmó ser otro beta más.

Sanna se sorprendió mucho al descubrir que era omega, ya que su hermana mayor era alfa, pero era una gran posibilidad por su contextura física y recibir el apoyo y cariño de sus amigos levantó mucho su moral y confianza, tomando todas las medidas necesarias para cuidar de sí misma y llevar de la mejor manera su situación.

Cuando el resultado de Hunter llegó, Frank se acercó a él con una ceja levantada y comenzó a oler su cabello, cuello y mejillas, siendo empujado por las cosquillas que le provocó.

—No hueles a un omega como tal, suelen ser aromas dulces y fuertes, tú no tienes eso —Tomó a una chica omega por sus hombros y olió su larga cabellera, casi dándole un infarto a la joven—. Suave y cálido, un olor particular y a su vez similar entre sí —afirmó con complacencia y seguido regresó a la realidad, frunciendo sus cejas y apartándola amistosamente—. En cambio tú... —Señaló a Hunter— Muy, muy, demasiado en el fondo quizá detecto algo, pero ñeh, una vela aromática es más intensa que tu porquería, viniste fallado mi compa.

KILIAN (especial omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora