CUATRO

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Kilian se vio obligado a descender de la azotea hacia el interior del lugar gracias a la lluvia, maldijo no tener su abrigo y luego casi sonrió al recordar quién la estaba portando en ese instante.

Caminó tranquilo por las escaleras y se detuvo en el pasillo donde varios alumnos cerraban las puertas de sus salones bruscamente, estuvo a punto de atribuir su actitud a que no querían verlo y su miedo a causa de los rumores, pero esta no era una reacción típica y los gritos de algunas alumnas en busca de profesores y su nerviosismo lo alertó de algo inusual.

Distinguió la cabellera rubia y larga de la amiga de Hunter, Sanna, llamando a todo pulmón por ayuda.

Sus sentidos se agudizaron a extremos inimaginables de repente. Su cuerpo experimentó una sacudida y su pecho ardió, un aroma intenso como nunca antes inundaba los pasillos, que se intensificaba gracias a que por la tormenta se encontraban las ventanas cerradas.

—Hunter —siseó y sus pupilas se expandieron peligrosamente en sus iris. 

Un paso tras otro, sus pies se movieron por sí solos, guiados únicamente por instinto y se detuvo de repente.

—Te encontré.

ΩΩΩ


Cuando Hunter cayó al suelo una oleada de feromonas inundaron a Frank, estaba tan desprevenido que el aroma entró a cada parte de su organismo, por sus pulmones y hasta podía degustarlo en sus papilas gustativas.

No era el olor en sí, sino la intensidad, era tanto que apretó la mandíbula de repente, todo en él se paralizó y su mente casi se pierde ante los químicos en el aire.

Lo que los betas sin ningún tipo de inclinación no entendían a veces, era que las feromonas tenían un efecto arrasador en la fisiología de los demás.

Si llenas a tu sistema de alcohol en exceso: tu cuerpo y mente no responderán correctamente. Si consumes drogas: pasará lo mismo. Si las feromonas de un omega te golpeaban violentamente: ¿Adivinan qué sucede? Lo mismo. Tendrás una lucha de poder entre tu cuerpo y tu mente.

Los de mayor instinto eran los más sometidos a dicho afrodisíaco. Era casi imposible mantener la cordura estando bajo la influencia de algo así y Frank lo sabía, siempre lo supo y temía cómo manejaría la situación.

Pero se mentalizó de que era un omega sin control de sí, no solo eso, era Hunter, su mejor amigo, su hermano y se negaba a tocarlo.

De igual modo no lograba alejarse, su cuerpo no le respondía, no podía mover un músculo ya que centraba toda su fuerza de voluntad en mantenerse consiente y reconocer que eran él y su mejor amigo, y no un alfa frente a un omega en celo excesivo.

Sus ojos comenzaron a picar cuando vio a Matt de pie frente a Hunter, podría jurar que su mirada le decía que no permitiría que lo tocase si perdía la conciencia.

—F-Frank... concéntrate, por favor, no quiero tener que golpearte, no quiero pelear contigo... —aseveraba sin saber bien qué hacer en esa situación.

Antes de que llegase a analizar el problema y conseguir una solución viable, escuchó un fuerte rugido salir de la garganta de Frank:

—¡Aaron! —El sonido resonó en el inmenso silencio que se había formado y las manos que cubrían su nariz y boca anteriormente, ahora se encontraban en su propio cabello, jalando con fuerza de él para mantener su raciocinio por el dolor.

No sabía dónde estaba ese beta, no estaba del todo sobrio por la pesadez del aire, solo pensaba en lo preocupado que estaba por Hunter y el miedo que tenía de oler sus feromonas o que otros lo hicieran.

KILIAN (especial omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora