DIECINUEVE 1/2

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MATTHEW.

—Ya deja de lloriquear, lo verás en dos días —dije con hatío, mientras Frank sacaba la mitad del cuerpo por la ventanilla del autobús despidiéndose de Hunter, lanzándole besos y fingiendo llanto con muecas muy sobreactuadas.

No me puede gustar este retroimbécil.

Aarón reía igual que Chad, Rossy, Sanna y el resto de emúes que tenemos por compañeros... hasta que el profesor Vélez (de salud y calidad de vida) lo jaló del cuello de su campera y de un tirón lo sentó en su asiento.

El adulto estrechó los ojos y Frank sonrió.

—Dejo a mi hermano en manos de un sujeto con apariencia de asesino a sueldo dos días sin supervisión, Danielle no va a perdonarme si la hacen abuela siendo tan jóven y hermosa —se justificaba como si hablara en serio.

Vélez negó con la cabeza.

—Si este es el futuro del país... ya no tiene sentido que siga separando los reciclables —murmuraba el hombre, regresando a su asiento en la parte delantera del autobús, junto a Figueroa la profesora de educación física de mujeres, el gordo flojo de educación física de hombres y como auxiliar (por falta de un suplente) el nuevo profesor de música.

—No tienes puto sentido común —me quejé entre divertido y malhumorado.

—¿Recién lo descubres? Y yo que te hacía el listo del grupo.

—No es que yo sea listo, es que la vara está muy baja contigo cerca —continuaba molestándolo mientras él me empujaba y clavaba sus dedos a mis costados, provocándome cosquillas.

Cuando se comporta como un crío saca el lado más inmaduro en mí.

Disfruto demasiado estar a su lado.

—¡Ya! Quieto, deja, vete a joder a otro asiento.

—Si te fastidio, vete tú al fondo —contestó el muy arrogante y sentí una especie de electricidad, esa sed de competencia que despierta cuando me mira desafiante.

Sonreí amenazante e hice el amargue de levantarme, sintiendo sus dedos cerrarse en mi muñeca.

—¿Por qué te detienes? —inquirió con falsa duda y apretó su agarre—. Vamos, vete... —Humedeció sus labios para luego sonreír con ese bravío característico en él—. Inténtalo.

Oh, sí, ya recordé por qué me gusta Frank.

Me desafió con su putamente hermosa sonrisa juguetona que me quemaba el pecho, pero eso no me detendría, deseando probar hasta dónde llegaría con tal de impedir que me alejara de él.

Por alguna razón me fascinó esa necesidad implícita en su altanera mirada café, como si pudiera ver sin lugar a dudas un lado animal indomable latiendo en su ser, a pesar de ser científicamente imposible.

Y hubiese aceptado el reto si no fuese por la intervención de Susan al saludarnos de repente, ignorando todo a su alrededor, apareciendo su brazo tatuado frente a mis ojos cuando chocó su puño contra el de Frank y luego me extendió la mano hacia mí.

Me deshice del agarre del cachorro y le devolví el gesto a ella, viéndola sonreír al no ser rechazada, cosa que era probable... Pero no lo haría, después de todo no la odiaba particularmente y luego de ayudarme en un pequeño encargo comenzó a juntarse con Rossy y Sanna, añadiéndole a nuestro grupo un aire algo maduro y gótico con su presencia.

KILIAN (especial omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora