Pov Matthew
El sol no entraba por la ventana, pero supe que era de día porque pude sentir el ruido de la ciudad afuera de la habitación, tan bullicioso que maldije en murmullos.
Odio las mañanas. Las odio con toda mi asquerosa alma.
De a poco el cansancio empezó a esfumarse de mi organismo, del mismo modo que ese jodido y puto celo también se había ido.
Cuando pensé en ello abrí mis ojos de repente. Lo primero que sentí fue un punzante dolor de cabeza. Bien, que no me duela el puto trasero era una buena señal y significaba que no hice ninguna idiotez a causa de las hormonas.
Pero, ¿Dónde carajos estaba? No recuerdo en qué momento Tao vino o si siquiera lo hizo.
Me removí, estirando mis brazos e inclinando mi cadera hacia atrás, chocado contra algo caliente y duro.
«Puta madre»
Una persona estaba a mis espaldas y no solo eso, al moverme imitó mi accionar y sus grandes manos se plantaron en mi cadera.
Me giré con toda la intención de reorganizarle la cara de un puñetazo, pero mi cuerpo se paralizó al ver esa dulce y estúpida cara durmiente.
—Frank —su nombre escapó de mis labios y no pude siquiera pensar en qué hacer.
"¿Qué hacer?" No había necesidad de eso, porque esto no podría ser real, no había forma de que esta surrealista situación fuese verdadera, solo en mis sueños... aunque en ellos suelo ser rechazado por él, lo veo irse con su omega y verme con asco.
Porque así pasaría, los alfas y omegas son criaturas simples, genéticamente predecibles, a lo que cada alfa tiene a un omega con quien es más compatible fisiológicamente.
Los ingenuos le dirán destino, destinados, pura basura, la ciencia dice que lo más probable es que sea una reacción química. Creo en la ciencia, la lógica, no me vengan con sus fantasías del destino mágico.
Es casi imposible por azar que algo como eso suceda, que se encuentren las personas más compatibles entre sí... pero pasa. Les juro que pasa y yo mismo lo vi, por eso, cuando la carta médica en segundo año dio mi asqueroso resultado quise morir. No podía ser cierto. Era un omega, uno que indudablemente no era el más compatible con Frank, sino él hubiese notado mi verdadera naturaleza a pesar de los supresores constantes.
No era él. No era yo. No éramos el uno para el otro.
Yo jodidamente quería que él fuese mi... ser el más importante para Frank. Si tenía que cargar todas las consecuencias de ser omega, lo único que me podría compensar ese mal, sería ser el más compatible con él.
Ni siquiera tenía eso. No poseía nada más que este cuerpo disfuncional e inundado de medicamentos que me debilitaban cada vez más.
Me recosté nuevamente viendo hacia la pared y sus manos continuaban en su lugar, firmes a mi cadera como si pertenecieran allí. Sin que me pudiese preparar mentalmente, se acercó por completo a mí, toda su existencia pegada a la mía, tanto su rostro en mi nuca arriba del collar, como su jodido miembro en medio de mi trasero.
Jodido alfa caliente de mierda.
Pero su tacto era posesivo y juguetón, típico de él, pero con algo diferente a todas las anteriores veces que me ha tocado siendo buenos amigos, ahora podía percibir cierta necesidad.
Eso me hizo sonreír con amargura, porque no era real, pero deseaba que lo fuese.
Cuando su mano subió por mi huesuda cadera hasta mi cintura, contuve la respiración, seguido presionó allí, acercándose peligrosamente a mi pecho con sus dedos... plano, sin gracia ni nada que presumir en particular.
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KILIAN (especial omegaverse)
RomanceHunter es conocido en su instituto como "el falso omega", ya que a pesar de tener 18 años, todavía no tuvo su primer celo e incluso sus feromonas cotidianas pasan desapercibidas por lo débiles que son. O así era hasta la llegada de un chico nuevo a...