DIECINUEVE (2/2)

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¿Quién no se enamoraría de esa autoconfianza? Esa determinación a pesar de las adversidades.

Frank no se deja llevar por la vida, él la vive.

Sin importar cuántas veces caiga, nada podrá retenerlo en el suelo mucho tiempo, haciéndote sentir que nada es tan imposible.

Contrariamente, los ojos de Matthew recorrían la cancha con cautela, pero su foco de atención era Frank sin siquiera saberlo, acostumbrado a estar atento a sus movimientos y ahora que lo veía fruncir su ceño sutilmente, leves gestos de dolor y molestia, no podía ignorar su presencia.

Matthew siempre se ha rendido sin siquiera luchar, porque teme perder. Le aterra ese dolor. Y Frank, a pesar del dolor, seguía intentándolo.

Continúa y sonríe a pesar del dolor, no con una sonrisa de placer, sino de determinación y eso abrumaba de sobremanera al rubio que lo observaba.

—¡Tiempo! —habló, autoritario y sin preguntar a nadie, llamando a Frank con el movimiento de su mano.

Éste algo contrariado se acercó y le cuestionó aquello.

—Tu mano esta empeorando.

—Exageras —el castaño minimizó la situación.

—Dile al resto del equipo que venga.

El desconcierto se dibujó en su cara.

—Eso acabará mal, pelearán entre ustedes.

—Confía en mí.

—Confío en lo filosa que es tu lengua.

—¿Confías en mí?

Frank lo observó escasos dos segundos y sin dejar de mirarlo a los ojos, habló muy alto:

—¡Oigan! ¡Reúnanse aquí un momento!

El rubio no pudo evitar sonreír por dentro.

—¿Qué pasa? —cuestionó el armador.

—Frank se esta sobreexigiendo por ustedes, están desorganizados porque contaban con su energía inagotable —su tono y palabras cabrearon a la mitad del equipo—. Necesita su mano intacta para la final de fútbol americano, están jugando porque el equipo de vóley certificado no estaba disponible para un encuentro amistoso, ¿No piensan a futuro o qué les pasa?

—Matt —lo reprendió su amigo y él chasqueó la lengua—. Yo decidí jugar porque quiero. Nadie me obligó a nada.

«Pero habías dejado de hacerlo a voluntad, solo regresaste para que no me odiaran por no participar y arruinarles el día» mordió sus labios con esas palabras atoradas en su garganta.

—Eres el libero, Frank, es decir, quien mantiene la pelota en juego y lo haces a toda costa... —dijo el rubio y miró al resto con suficiencia y algo de desprecio—. Solo por esta ocasión entraré a jugar en tu lugar.

Todos quedaron atónitos, incluso Frank.

—No gracias —soltó el rematador, un alfa que no soportaba los aires de superioridad del supuesto beta.

—¿Crees que tienes opciones? —sonrió de forma aterradora en su dirección— Es patético ver tus intentos de ataques siendo frustrados por sus murallas. En especial tú deberías bajar la cabeza y aceptar la ayuda humildemente, perdedor.

Mientras decía eso, analizaba su entorno rápidamente, la mirada atenta y jocosa del equipo contrario que se deleitaban con el descontrol dentro de Morriseek, el árbitro impaciente, los espectadores de varios colegios mirando.

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⏰ Última actualización: Jul 28 ⏰

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