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Después de nuestro encuentro con Ercole y de declararle que lo iba a derrotar Giulia y Alberto me llevaron a una mesa donde podíamos comer nuestro gelato, esperando a que dieran las 7 de la tarde para que la Signora Mastroianni pudiera darnos un anuncio. Entre conversaciones y planes malvados para hacer que Ercole desapareciera dio la hora y La Signora Mastroianni comenzó a hablar a través de un micrófono.

-Muchas gracias a los que se inscribieron, de verdad fueron muchos y con motivo especial del aniversario número de 100 de esta copa tan querida se han decidido cuatro desafíos, tan difíciles como divertidos, y son un secreto, a lo largo de estas dos semanas de preparación para la copa final van a encontrar un cartel cada lunes y miércoles, un acertijo que los va a ayudar a practicar cualquiera que sea el reto, así que mucha suerte. Y para conmemorar que todo está listo aquí está el primer desafío.- Soltó el micrófono y caminó hacia la mesa donde se encontraba inscribiendo, de la parte de atrás sacó un cartel grande y fue a las fueras de la tienda donde lo pegó, se encontraba adornado con dibujos de monstruos marinos y botes. En letras negras y legibles se podía leer, "Sólo aquellos con fuerza tremenda podrán lograrlo, una y dos, toma el vehículo del mar sin ayuda de la novedad, solo tus brazos y madera podrán dar vueltas hasta llegar a la meta." Los tres nos miramos extrañados y Giulia tomó una foto del cartel para estudiarlo, a lo lejos se escuchaba la voz de Ercole diciéndole a Guido que le tomara foto también, nos decidimos alejar de él. Con la noche también se acercaron nubes negras, cargadas de tempestad. 

Con tantas emociones y caminata me sentía verdaderamente cansado, solo deseaba tomar un baño caliente y dormir para siempre, pero en verano eso no está permitido, solo hay diversión. Al llegar a casa Giulia corrió a su habitación y se puso su pijama, hice lo mismo mientras Alberto solo se puso un short más cómodo, nos sentamos los tres en el sillón de la sala, con una cobija para Alberto y yo y otra para Giulia, el día de hoy iban a pasar una película clásica y la íbamos a ver. Mientras Alberto y yo nos encontrábamos abrazados Giulia estaba en la cocina haciendo palomitas, a pesar de haber estado en esta misma posición con Ercole nunca sentí la calidez y firmeza de Alberto, confiaba en Ercole y en que me protegería pero nunca sentí esa protección y seguridad, solo me basaba en sus palabras y me obligaba a creerlos. Pero aunque Alberto nunca me lo dijo el toqué de su piel con la mía, el calor que emana su cuerpo y el como me abraza me hace sentir seguro, protegido y que nada ni nadie me hará daño, supongo que es así como diferenciamos los buenos de los malos, como te hacen sentir y que te digan tantas cosas agradables sin decir nada. Hay veces que pienso que el destino solo fue creado para darnos falsas esperanzas de cosas, un motivo paras seguir vivos aunque no exista, solo son eventos que desencadenan en otro al azar, pero ahora me doy cuenta que no puedo estar más equivocado. El destino si es algo que nos da esperanza y nos mantiene vivo, existe y Alberto me lo ha demostrado, me ha demostrado que después de tanto sufrimiento el destino te da lo que mereces y merezco ser feliz, merezco esto y más. La vida al final te lleva a donde debes estar, y siento que aquí es donde debo de estar, con Alberto, con Giulia, en Portorosso. 

Un movimiento de brazo me sacó de mis pensamientos y volteé a ver a Alberto, su mirada estaba llena de duda y preocupación, cosa que pronto desapareció cuando le sonreí y me recosté en su pecho, Giulia corrió con dos bowls llenos de palomitas y saltó al sillón, se cobijó y la película empezó.

A pesar de amar la costa y el mar mi mente está en todos lados, el bosque me conmueve  y me llena de vida, la humedad que existe en este lugar me hace sentir en casa, cuando vivía con mis padres y los peces. Comienzo a acelerar el paso a través de un camino que está rodeado de pinos y árboles diferentes, maleza y helechos me rodean y los cantos de pájaro me dan vueltas por la cabeza, gritos se escuchan a lo lejos, es mi nombre, comienzo a correr hasta que los gritos se escuchan tan cerca, salgo a un claro, un pequeño campo en el corazón del bosque lleno de flores y pasto, la luz llega a través de los huecos de los árboles y en medio se encuentra Alberto, esperándome, una pequeña radio se encuentra a un lado de él, se escucha "Un baccio a mezanotte" de fondo, me acerco feliz sintiendo el calor del sol en mi piel, paso por una alfombra llena de comida hasta llegar a Alberto, el me besa la frente y me toma la cintura y luego mi brazo lo pone en su hombro, al compás de la canción vamos dando vueltas por todo el campo como si alguno de los dos supiera bailar pero a pesar de no hacerlo bien se siente bien, reposo mi cabeza en su pecho y bailamos más juntos, cada vez más, hasta que escucho su voz.

 Portorosso (PAUSADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora