anima

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Jennie abrió los ojos con lentitud, tratando de adaptarse a una luz que parecía demasiado brillante y sofocante. Alguien que lo supiera podría explicarle que era la luz de la vida, demasiado etérea e inalcanzable para un subyugado.

Apartir de ese momento todo sería demasiado deslumbrante para sus ojos, demasiado agudo para sus oídos, demasiado insípido para su boca, demasiado penetrante para su olfato y casi imperceptible para su tacto. Era el precio de la no vida.

Los subyugados no estaban muertos aun, pero tampoco estaban vivos. Permanecían eternamente en esa pequeña franja que dividía la una de la otra, siendo siervos de Lucifer por la eternidad.

No tenían voluntad sobre si mismos, absolutamente cada decisión estaba determinada por su amo incluso si ellos pensaban que estaban tomando dichas decisiones, porque hasta la decisión de obedecer a Lucifer tampoco era suya.

Una vez una persona es convertida en subyugado, está condenado a permanecer en ese estado de no vida sin ninguna revocación. No puede morir ni tampoco volver a la vida.

Lucifer había hecho un trato con V hace un tiempo,  que consistía en no matar a Jennie, él había cumplido su parte, pues Jennie no estaba muerta. El demonio se caracterizaba por hacer tratos con ciertos huecos en ellos para utilizarlos a su favor.

Siempre obtenía lo que quería. Siempre.

Jennie entro a la oficina donde Lucifer bebía tranquilamente su whisky seco, una sonrisa se formó en sus labios al verla despierta luego de la terrible noche que tuvo.

Se veía bastante bien, quizá un poco pálida y con los labios resecos, pero nada que un poco de maquillaje y bálsamo no pudiera arreglar. Su nueva condición no era perceptible para nadie, ni siquiera para ángeles o demonios.

—Jennie, estoy tan feliz de que hayas despertado.

La castaña se puso de rodillas a modo de respeto y sumisión ante su amo.

—Es un placer poder por fin estar a su lado con plenitud —respondió en esa subconsciencia. Era como sentirse pertenecer y aún así ya no tener absolutamente nada para elegir con libertad.

Lucifer se sentía feliz de haber podido subyugar a la chica, luego del proceso de control sobre su mente y su cuerpo, conseguir su alma había sido juego de niños. Terminó su trago y aplaudió.

—Creo que es momento de que el mal reclame lo que le pertenece.

Los gemelos Kim || Vkook/Kooktae Donde viven las historias. Descúbrelo ahora