El apellido

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No siempre odió su apellido. Antes de los once años, sabía que había un peso extra en sus hombros al ser uno de ellos, pero en cierta forma le hacía sentir poderoso saberse el heredero de la noble casa de los Black. Todos lo decían, sus padres se encargaban de recalcar lo orgulloso que debía de estar, aunque a veces, al no cumplir con sus estándares, hubiera castigos; pero ese era el precio de ser Sirius Black y sabía que debía aceptarlo.

Aunque todo cambió el día que Andy lo llevó al callejón Diagon. Ambos estaban en la librería buscando sus útiles escolares y no podía con la emoción de por fin entrar a Hogwarts. Su madre estaba algo molesta cuando pidió ir él mismo a comprar sus cosas, pero luego de que Andromeda se ofreciera a acompañarlo, aceptó sólo porque ella -aunque no lo admitiera- era su sobrina favorita. Fuera como fuese, Sirius iba feliz al lado de su prima, buscando los libros para el primer año.

Pero algo raro estaba pasando y su mente de once años no lograba comprenderlo. La gente lo veía mal y murmuraba a sus espaldas en el momento que pasaban. Sí ser un Black era algo de que enorgullecerse... ¿por qué la gente lo miraba con desagrado? Algo andaba mal.

— ¿Ves a ese chico? Es el hijo de Orion y Walburga Black. Sólo Merlin sabe cuán despiadados son con los no puros. Dicen que conocen hechizos prohibidos demasiado letales para cualquier mago. Es mejor que si te lo topas en la escuela, te alejes de él. — Habló un mago cerca de ellos, dirigiéndose a su hijo que parecía ser un poco mayor que Sirius y notó a su prima tensarse.

— Vamos a pagar y nos largamos. — Dijo ella con un semblante muy serio, como pocas veces la había visto. Él asintió pero primero le dio otra mirada al señor. ¿Por qué le decía que no podía acercarse? Entendía que su familia tenía cierta rigidez y una mente cerrada para varias cosas, pero, ¿cómo podían decir eso de él? Ni siquiera sabía si Sirius estaba de acuerdo o no con lo que pensaba su familia. Él quería cambiar eso, quizás podría cambiar la perspectiva de su apellido.

— Sirius... hay cosas que nunca cambiarán y por tu bien, no vuelvas a decir sandeces como esas delante de nadie en la familia. Hay cosas que no están bien, sé que lo sabes, pero no vas a poder contra ello, así que deja de soñar y concéntrate en hacer orgullosos a mis tíos, ese es tu único trabajo. — Reprendió su prima -pareciendo que hablaba más con ella misma que con él- cuando intentó explicarle lo que había pensado luego de aquella interacción en la librería.

Sus palabras cobraron sentido cuando la carta de su madre llegó luego de ser acomodado en Gryffindor y maldijo a todas las víboras que habían corrido a ella con el chisme.

[Desgracia. Siempre haciéndonos quedar en ridículo. Deshonraste nuestro apellido, como predije que lo harías, mira que quedar en Gryffindor después de tantas generaciones pertenecientes a Slytherin... Malagradecido.

Tu padre se encargará de ti en las vacaciones de navidad, así que más te valdrá estar aquí listo para el castigo ejemplar que te darán, sé que sabes que lo mereces.

Walburga Black.]

Para ese punto, Sirius se sentía morir, sabía que su padre sería especialmente severo, pues ya antes había recibido malos castigos por cosas más insignificantes. Y así fue. Sirius tuvo que vérselas negras* (mal chiste explicado al final del capítulo) esas vacaciones por su falta a la familia, la peor parte es que él realmente no quería hacerlo. No quería manchar su apellido, sólo quería que sus padres estuvieran orgullosos, tal como había dicho Andy, pero aunque trató de hacer cambiar al sombrero de opinión, no lo consiguió. Esa cosa horrible dijo que había nacido para ser el primer Black en Gryffindor. En realidad dijo "eres la viva expresión de un Gryffindor, chico, seria un error mandarte a donde ni de chiste vas a encajar" eso había sido como una patada en los bajos. No encajaría con los Slytherin. No encajaría con su familia aunque se esforzara en ello.

~A married life~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora