Deseos de cosas imposibles

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ADVERTENCIA: este capítulo tendrá +18, infidelidad, fetichismos y lenguaje semi explicito. Por favor, si este contenido no te gusta, sáltalo al siguiente o ignóralo. Gracias.

Aparte no está ligado a la historia principal, sólo es una idea que se me ocurrió gracias a Margo_Tu_Mujer quien me ayudó con la idea. Dedicado a ti, querida, gracias por existir y comentar mis historias. <3

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Si había algo que Remus no podía negar, es que Sirius Black era un cabron cuando quería.

Porque ahí estaban, en esa agradable cena donde su suegra, su esposa y su hijo se habían puesto elegantes con tal de celebrar su cumpleaños. No era algo ostentoso, pero se habían esforzado por hacerlo sentir lo más festivo posible. Eso incluía a Sirius en el plan, porque Andromeda dijo que estaría encantada de ver a su adorado primo y además Dora pensó que a Remus le vendría bien convivir más con gente que hubiese sido cercana a él en su juventud. Ella se esforzaba para que él dejara los fantasmas de la guerra atrás, pero no sabía que había dejado entrar al lobo con piel de cordero en su casa.

El jodido Sirius Black había conseguido quitarse el zapato y estaba ahora acariciando su pierna por debajo de la mesa. Era tan sugerente y erótico que casi podría haberse puesto a gemir ahí mismo, sin importar qué tan sucio se sintiera al pensar eso.

— ¿Tal vez podamos brindar? — Preguntó Thonks con su clásico entusiasmo salido de quien sabe dónde. Los primos Black e incluso el pequeño Teddy elevaron los vasos al aire, Remus se vio obligado a hacer lo mismo. — Por mi maravilloso esposo, el amor de mi vida.

— Por Remus y los viejos tiempos. — Dijo para complementar el adorable brindis de Dora, pero había algo en esas palabras que los demás presentes no habían captado, porque Sirius había dejado claras sus intenciones. Había llegado buscando algo y cuando el perro encontraba un hueso, no lo soltaba hasta que quedara en blanco. Remus era el hueso.

La velada pasó sin más percances, hasta que el moreno volvió a abrir la boca.

— Oh, Remus, ¿quizás podamos ir a un pub? — El mencionado inmediatamente volteó a ver a su esposa, buscando misericordia y que está le dijera que no. Que debían dormir a Teddy o que debían irse a casa o cualquier excusa que le evitara esa tentación. Pero no, lo que encontró fue la mirada maravillada de la menor ante el hecho de que "su" Remus saldría a divertirse aunque fuera un poco. — Es tu cumpleaños y mi adorable sobrina no debe molestarse, ¿o sí? Después de todo, sólo vamos a estar nosotros dos.

La pobre Dora sonreía encantada con su tío. Su pobre e ingenua esposa no sabía que estaba empujándolo a los brazos de un hombre que nunca se daba por vencido con algo que quería.

Así fue como terminó en la casa del Black, porque era obvio que aquel "pub" era sólo una mentira para poder sacarlo de su casa, sacarlo de su papel de esposo y padre responsable. Sirius sabía sacar a pasear al lobo que aún vivía dentro suyo.

Entraron al departamento que el moreno tenía y tan pronto pusieron un pie dentro Sirius lo acorraló contra  la puerta, pese a ser más bajo que él, lo tenía inmóvil. Quizás era simplemente que nunca podría decirle que no a él.

— No finjas que esa es la vida que querías. — Susurró contra su boca, parado sobre la punta de los pies, totalmente recargado sobre su pecho, haciendo sus cuerpos rozar. — Te gusta más estar aquí, conmigo.

No era una verdad ni una mentira, sólo era algo que sucedía. Porque sus besos sabían a infierno, a mala conducta, a algo que estaba mal, pero al mismo tiempo su boca quemaba por volver a tomar esos labios. Sirius era su droga, más cuando se restregaba de esa forma contra su cuerpo, machacando ambas erecciones que ya estaban despertando.

~A married life~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora