CAPÍTULO 4

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Julia

—Me han dicho que Bilbao es bonito —digo, mientras sujeto el vaso de bebida que me he preparado, mezclando alcohol y un refresco. Cuando me han visto entrar con alcohol, he recibido varias miradas inseguras, pero me han dejado beberlo siempre y cuando fuera con cuidado.

Unai, que está de pies frente a mí, me mira sin saber qué responder. Es la primera vez que hablo con el portero del Athletic y no puedo decir que vaya en muy buen estado. El vaso y medio que me he bebido ya empieza a hacerme efecto y casi soy incapaz de controlar lo que sale de mi boca. Sin embargo, él asiente.

—Una de las mejores ciudades, sin duda —responde, soltando una risa floja.

—Cuando lo visite —añado—, necesito que me hagas de guía.

—Por supuesto —Unai responde y yo me acerco el vaso a la boca para probar el alcohol una vez más.

No me arrepiento, a decir verdad, de comprarlo. Necesitaba olvidar todo lo que había pasado desde que había comenzado la Eurocopa, y esa me había parecido la mejor opción. Además, la "fiesta" que Morata ha montado es el lugar perfecto, pues ni Mireia ni Pedri están allí para recordarme nuestras conversaciones.

—Mireia y tú estáis siempre invitadas a venir cuando queráis —Unai añade amablemente y dejo el vaso en la mesa rápidamente, casi atragantándome con la bebida.

—No, no. Mireia no —le respondo y el frunce el ceño—. De hecho, me ha confesado que no le caes del todo bien —lo miro atentamente, esperando su reacción.

—¿Estás segura? —entrecierra los ojos y unas arrugas se forman en su frente, debido a su ceño fruncido—. Tu padre me ha dicho que su equipo favorito es el Athletic Club de Bilbao.

—No es cierto —niego con la cabeza, buscando mi vaso de nuevo—. No le hagas caso —él me mira titubeante—. Su equipo favorito es la Real.

Mentira. Mireia es una de las seguidoras más fieles del Athletic y, además, de Unai Simón. Tiene las camisetas de muchas de las temporadas y desde pequeña ha visto la mayoría de los partidos con su familia. Es una fangirl más de Unai Simón y, si se llega a enterar de que le acabo de decir esto a su jugador favorito, me entierra viva. Sin embargo, en cuanto he escuchado su nombre salir de la boca de Unai, mi cerebro ha reaccionado solo.

Unai parece querer decir algo, pero es interrumpido por alguien que aparece en la conversación. Es Dani Olmo, que, si mi memoria no falla, no estaba antes en la fiesta. Morata y Koke están jugando al pin pon y Busquets y Laporte los miran desde un lateral. Giro la cabeza para buscar a Ferrán, pues él también se encontraba allí, pero lo encuentro cerca de la puerta, con una persona que no esperaba para nada ver esa noche.

Pedri está de pies a su lado y nos mira atentamente. No tengo que preguntarle para saber que acaba de llegar a la fiesta con Dani. Aparto la mirada y lo ignoro, volviendo a mirar a Unai.

—Hola Unai —Olmo lo saluda y después se gira hacia mí—, Julia —añade, aunque no dedica más de dos segundos y vuelve a dirigirse a Unai—. Dice Pedri que quiere hablar contigo, pero le daba vergüenza acercarse así que me ha mandado a mí —Dani añade, inexpresivo.

Ambos lo miramos atentamente. Estoy segura de que cuando Pedri le ha pedido que dijera eso no esperaba que lo expusiese de esa forma. Unai se ríe y asiente, a punto de acercarse a él y dejarnos. Sin embargo, lo detengo.

—Espera —digo y ambos me miran—. Tengo que hablar con él —doy un trago al vaso y lo vuelvo a dejar en la mesa, alejándome de ellos.

Cuando Ferrán y Pedri me ven llegar, la conversación termina entre ellos. Ferrán le dice un par de palabras y se marcha hacia Morata y Koke, que acaban de terminar la partida de pin pon. Pedri parece no estar conforme con la decisión de Ferrán de dejarlo solo, pero vuelve su mirada a mí y espera hasta que yo estoy frente a él.

Efímero - Pedri González, Marco AsensioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora