CAPÍTULO 1

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Julia

La brisa que entra por la ventana de mi nueva habitación me hace sonreír. Una de las cosas que más me gusta del verano es eso, más aún sabiendo que después viene un día de intenso calor. Aunque casi no lo iba a notar, no iba a salir del hotel apenas, tan solo para ir al entrenamiento. Era una de las normas veraniegas de mi padre. Ya sabéis, a algunos sus padres les dicen que vuelvan a las tres de la mañana y, a mí, eso. Vaya mierda. Espero que los jugadores sean tan malos que no pasemos de la fase de grupos.

Tras ponerme un chándal y peinarme un poco decido salir de la habitación. Al menos iba a desayunar bastante bien, había buffet libre. Dudaba de que hubiera tortitas por la cantidad de calorías, pero seguro que podría comer una buena tostada de jamón.

Para mi mala suerte, nada más terminar el desayuno, en el que no había prácticamente nadie, mi prima se acerca a mí.

—Julia, te estaba buscando —me dice, colocándose de pies a mi lado—. Nos tenemos que ir ya al campo de entrenamiento, tu padre me ha dicho que...

—Pues vámonos —la corto antes de que me cuente toda su mañana.

Por lo visto estaba bastante cerca del hotel y se podía ir andando, pero igualmente me coloco mis auriculares al notar que Mireia quiere establecer una conversación conmigo. Agradezco sus intentos, de todas formas, pero preferiría que parase.

Una vez que llegamos hablamos lo justo. Juntas llegamos al campo donde hay al menos sesenta personas dentro, entre los jugadores, entrenadores y preparadores físicos, además de prensa y médicos.

—Mireia —una chica de pelo negro se acerca a nosotras—. Por fin has llegado. Necesito que me ayudes en algo —mi prima no se molesta ni en decir adiós y creo que por fin ha pillado que no quiero saber nada de ella. Me alegro.

Una vez que me deshago de ella intento hacer el amago de ponerme lo más lejos posible a hacer mi trabajo, pero la voz de mi padre me detiene.

—¡Julia! —chilla en cuanto me ve—. Ven —dice ahora sin elevar la voz, una vez ha captado mi atención.

No tengo otra que caminar hacia allí. Todos los jugadores han puesto sus ojos en mí, además de Luis Enrique, que ya me conoce y me sonríe.

—Hola —saludo lo mejor que puedo. Luis pasa su mano por mis hombros con mi saludo. El hombre y yo tenemos buena relación.

—Esta es mi hija Julia. Está en el primer año de periodismo, pero ha suspendido una —algunos ríen, otros ignoran la forma en la que mi padre trata de meterse conmigo. Estos últimos son los que me caen bien—. Así que se va a quedar aquí con nosotros haciendo su proyecto de investigación sobre la Selección española. Espero que la tratéis bien.

—¿Cuántos años tienes? —puedo reconocer a ese jugador. Es Koke. Estoy dispuesta a responder, pero ¿cómo no? Ella tiene que meterse en todo.

—Hola chicos —Mireia llega revolucionando a todos. Se conocen de antes.

—Joder... —murmuro. Ella me escucha y frunce el ceño sin entender por qué ahora la miro de esa manera.

—Buenos días, Mireia. Menos mal que has llegado —habla mi padre—. Tienes que revisarle a Pedri el tobillo. No sé si está del todo bien.

—De acuerdo —Mireia asiente—. Vamos —un chico sale de entre los jugadores siguiendo a mi prima. Yo veo la oportunidad perfecta y les sigo para sentarme lo más lejos posible y empezar el trabajo, aunque iba a ser bastante complicado.

Que empiece el verano.


Mireia

—¿Te molesta mucho? —le pregunto a Pedri mientras caminamos a la consulta.

Efímero - Pedri González, Marco AsensioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora