2. Something good can work

1.7K 192 32
                                    

Narrador omnisciente

Kellin estaba algo emocionado por el viaje, tanto que casi había arrastrado a Kailey hasta el avión. Su hermana no podía creer su entusiasmo, aunque intentaba con todas sus fuerzas seguirle la corriente y no arruinarle el viaje con su mal humor.
—¿Ya casi llegamos? —preguntó la chica por décima vez en cinco minutos. Llevaban varias horas en el avión y a su celular se le había agotado la batería hacía ya varios minutos.
—¿Por qué no puedes estar callada como tu hermano? —bufó su madre harta de su actitud. Kellin, quien se encontraba leyendo el libro de La sombra, levantó la vista al escuchar como regañaban a su hermana menor.
No pudo evitar sentirse algo extraño, siempre era él el ejemplo de la persona "correcta" y ya se estaba comenzando a hartar de eso. Sí, era bueno ser el buen ejemplo, pero ¿serlo siempre?, eso comenzaba a ser algo frustrante para Kellin; tenía diecisiete años ¿no se suponía que debería vivir cada día como si fuese su ultimo día, y no como un maldito antisocial?

Durante el resto del viaje estuvo pensando seriamente en que estaba haciendo con su vida, toda la alegría que tenía la había perdido durante el vuelo, pero cuando bajaron del avión, esta automáticamente volvió. Su vida estaba por cambiar, él se aseguraría de eso. Fue por su maleta, parecía que la habían perdido en el aeropuerto pero al fin la encontró, o eso creyó. Estaba a punto de tomarla cuando su mano choco con la de un extraño.
—Di-Disculpa, creí que era mía —murmuró, bajando la mirada. Se sentía realmente estúpido porque ahora que veía con más determinación la maleta, claramente no era la suya.
—No importa —Le dedicó una de sus mejores sonrisas provocando que el menor se sonrojara.
—Soy Ke-Kellin —dijo, extendiendo su mano.
—Víctor, dime Vic —Ambos extraños estrecharon sus manos, sonriéndose.
—¡Vic! —gritó un chico mucho más alto que ambos, dirigiéndose hacia ellos—. Maldito bastardo, ¿Dónde te habías metido? Mamá te está buscando como loca.
—Le dije que iría buscar mi puta maleta, no es mi culpa que este sorda —bufó. Kellin no pude evitar sorprenderse por la forma en la que ambos chicos se hablaban, él no era de hablar así y mucho menos decir algo como eso a su madre.
—Bien Kellin, tengo que irme —Se despidió dándole un beso en la mejilla, sin siquiera esperar respuesta del menor.
Al pelinegro le hubiese gustado hablar más tiempo con él, porque aunque no quisiera aceptarlo del todo, le había parecido atractivo. Le restó importancia a aquello y siguió buscando su maleta. Después de lo que pareció una eternidad, al fin la encontró y pudo subir al auto —que sus padres habían alquilado— para ir al hotel donde pasaría sus siguientes dos meses de vacaciones.
No podía dejar de ver con gran asombro el verde paisaje que tenía a su alrededor; todo era realmente hermoso. Había enormes palmeras por donde miraras y se podía ver el mar por la ventanilla. Cuando llegaron a su destino, los dos hermanos salieron del coche corriendo hasta el interior del hotel. La recepción era algo grande y frente a esta estaba una enorme fuente, bastante hermosa, y un bar de barra abierta; en el centro estaba un tipo de escritorio gigante que dividía parte de la gran recepción sin ningún tipo de puertas, a la izquierda de este se encontraban los ascensores que llevaban a las personas alrededor de las más de dieciocho pisos y trecientas habitaciones con las que el hotel contaba. En sí, el lugar donde se quedarían era bastante lujoso.
Estuvieron esperando a que varias personas que habían llegado antes que ellos se registrasen, la mayoría eran personas que hablaban otro idioma que Kellin muy poco entendía. Una chica que se encontraba frente a ellos en la fila se acercó a él y comenzó a hablarle en un idioma que, al parecer, era alemán. El pelinegro estaba algo incómodo porque la chica, la cual era bastante hermosa, le hablaba muy animadamente. Después de lo que pareció una eternidad la joven harta de que él sólo la observara con el ceño fruncido, se fue. Sus padres tomaron las llaves de sus habitaciones y caminaron hacia el elevador.
Mary había tomado la decisión, sin siquiera haberle preguntado a sus hijos, de que ellos dos compartirían habitación mientras ella y su marido compartirían otra.
—¡Pero mamá! —Comenzó a protestar la menor—. ¿Y si Kellin lleva a alguna chica a la habitación?
—Por favor Kailey, las probabilidades de que Kellin haga eso son demasiado bajas —intervino su padre. Esas palabras herían un poco al pelinegro, él lo podía hacer, sólo que no quería.
Pararon en el piso diecisiete. La habitación de los padres de Kellin y la suya estaban continuas; según su madre era por si ocurría alguna emergencia.
Los cuartos eran grandes pero no demasiado; la de los hermanos tenía dos camas individuales con sábanas blancas cubriéndolas, un gran baño con regadera y un pequeño jacuzzi, una televisión colgada de la pared, un armario con espejo y un ventanal que daba paso a la pequeña terraza en la cual había dos sillones pequeños azules y una mesa entre ellos. A penas dejaron las maletas en la habitación y ambos salieron corriendo a la piscina.

El sol estaba en todo su resplandor y era de entender, ya que apenas era medio día. En el agua había gente, mucha a decir verdad, pero la gran extensión de la piscina hacía que las personas parecieran mucho menos de las que en realidad eran. Kailey y Kellin se pasaron alrededor de dos horas jugando en el agua, desde la perspectiva de otras personas les parecería infantil la actitud del pelinegro, pero eso era lo que más le gustaba a su hermana, su personalidad tan única y especial. Kellin acabo agotado y salió de la piscina antes que su hermana menor, pero cuando dio apenas un paso una persona le empujó hacia dentro de nuevo. Su instinto hizo que se sujetase de lo único que podía; esa persona.
—¡Maldito hijo de perra! ¿¡Que acaso no te...!? —Esa voz se le hacía demasiado conocida y cuando logró sacar su cabeza del agua, logró ver al moreno con el que se había encontrado en el aeropuerto completamente furioso. Tal vez era casualidad o eso a lo que le llaman "destino", pero a fin de cuentas, fuese lo que fuese, los quería juntos.
Víctor se encontraba aun con su ropa puesta, la cual había quedado completamente empapada al igual que su celular.
—¡Dios! ¡Mi bebé! —Recordó que traía su celular en su mano y éste había caído cuando el pelinegro lo había jalado.
Kellin no pudo evitar reír al ver como nadaba hasta lo profundo de la piscina tratando de encontrar su celular. Cuando lo encontró estaba completamente arruinado.
Víctor estaba tan preocupado por su "bebé" que ni siquiera se dio cuenta de que aquel chico con el que choco había sido el mismo del aeropuerto y cuando lo notó, su boca se arqueó en una perfecta 'o' al mismo tiempo que su ceño se fruncía.
—¿Tú otra vez? —preguntó con un tono de ironía en su voz. Era increíble cómo había estado pensando en el la mayor parte del tiempo y ahora se encontraba frente a él con tan sólo su corto traje de baño y completamente mojado, sin duda la suerte estaba de su lado.
—Sí, yo también me alegró de verte Vic —Su nombre sonaba tan bien en los labios del contrario. El moreno nunca se había interesado en los chicos, pero ahora lo único que quería era olvidarse de Danielle, quien no había dejado de llamarle al móvil, y follarse a aquel chico de todas las formas posibles.
—Y dime Kellin, ¿Qué te parece si me acompañas a cambiarme de ropa y vamos a dar un paseo? Ya sabes, para conocernos mejor —sugirió Vic.
El pelinegro se ruborizo ante la idea de acompañarlo cambiarse de ropa pero aun así aceptó.
Ambos salieron de la piscina platicando de cosas básicas sobre ellos, al parecer Víctor se había olvidado completamente de su celular, el cual ahora daba por perdido.

La hermana de Kellin observó todo sorprendida. Su hermano, el mismo con el que había convivido toda su vida, ¿hablando con alguien que no era ella o sus padres? Sin duda era una locura.
Los padres de Kailey llegaron a la piscina para acompañar a sus hijos, pero gran fue su sorpresa cuando se encontraron a su hija completamente sola con una cara de aturdimiento.
—¿Y tu hermano? Le dijimos que te cuidara y lo primero que hace es irse —dijo su madre metiéndose al agua con ella.
—Se fue con un amigo.
Ahora no sólo la chica se encontraba en un tipo de trance, sino también sus padres; era la primera vez que Kellin estaba con un "amigo". 

Heartbreak Hotel (Kellic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora