9. I've given all my love to you

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Narra Kellin

El atardecer estaba frente a nosotros, podía sentir la leve brisa chocar contra mi rostro. No sabía con exactitud donde estaba, pero no sentía miedo de estar perdido porque Vic se encontraba a mi lado, acariciando mi mano.
—¿Sabes que tan especial eres para mí? —preguntó, rosando sus labios con mis nudillos.
Yo me limité a asentir, acerqué mi rostro al suyo, buscando su boca.
Mi lengua se movía lentamente contra la suya, tratando de transmitirle todo el amor que sentía por él.
—Kellin... te amo —murmuró, haciéndome sentir la persona más feliz del mundo.
En ese momento no necesita nada más que su tacto y sus labios; todo era perfecto cuando estaba a su lado.
—Yo también te a...

Y entonces, de golpe me desperté a causa de un peso encima de mí.

Estaba tan aturdido que había olvidado hasta donde estaba y como me llamaba. Y cuando regresé a la realidad no pude evitar sentirme estúpido por soñar con Vic. Dios, apenas llevábamos un mes de conocernos y ya soñaba con él cada noche; no sabía si estaba enamorado o que era la sensación que sentía cada vez que lo veía o pensaba en él. Todo era tan confuso; era la primera vez que me pasaba esto, pero de alguna manera me agrada como mi pulso se acelerara cada vez que me besa.
—Ugh, Kailey, no puedo respirar —me quejé, pensando que era mi hermana.
—Ella se fue cuando me abrió la puerta —susurró Vic en mi oído, provocándome un escalofrío por toda la columna vertebral.
No pude evitar sentirme muy incómodo por el hecho de que estaba soñando con él y ahora estaba encima de mí.
—Vic, no sé qué te dan de comer pero bájate gordo, me aplastas.
—No estoy gordo —gruñó, pegando aún más su cuerpo al mío.
Siendo sincero, quería quedarme todo el tiempo así; estaba tan cerca de mí y podía sentir su respiración en mi mejilla, además de que sus manos habían bajado hasta mi cintura y sólo una fina sábana nos separaba. Pero la puerta de mi habitación se abrió y el chillido de mi madre hizo que Vic se separara de mí automáticamente.
—Yo... lo siento mucho, no, no sabía que estaban haciendo "eso" —dijo Mary antes de irse tan rápido como había llegado.
Yo no pude evitar sonrojarme ante las palabras de mi madre, claro que no estábamos haciendo esas cosas.
—Eh, ignora a mi mamá —pedí. Él no dijo nada y prefirió sentarse en la orilla de mi cama, como esperando que me levantara y eso hice. No puedo describir lo incomodo que me sentí cuando una vez que estuve parado la mirada de Vic cayó inmediatamente de mi cintura para abajo, y lo estúpido al recordar que siempre solía dormir en ropa interior. No hubiese habido problema si mi madre me comprara bóxers normales, y no unos dos tallas más pequeñas de lo que debería usar.
—Eh... mis ojos están acá —murmuré, tratando de darle una indirecta a Vic para que subiera su vista a mi rostro.

Él me ignoró y se acercó a mí hasta quedar frente a frente, me tomó de la cintura y unió nuestros labios. Su lengua no tardó en hacerse camino al interior de mi boca sin que yo me opusiera, no como lo había las otras veces que me había besado. Sus manos bajaron hasta mi trasero, tocándolo con seguridad. Enrollé mis dedos en su largo cabello, acercando su rostro más al mío. En ese momento no estaba pensando bien y sólo me guiaba por la agradable sensación del roce de su entrepierna con la mía, y estaba más que seguro que después me arrepentiría, pero eso no me importó en lo absoluto.

Poco a poco me empujó hacia la cama y quedó encima de mí, tocó cada centímetro de mis piernas, entreteniéndose en mis muslos, y como lo suponía, había llegado el momento en el que me arrepentía.
—No... Vic, para —pedí al tiempo que comenzaba a repartir besos por mi cuello.
Él gruñó, alejándose de mí; por un momento temí que estuviese enojado por haberme echado para atrás, pero me dio un delicado beso sin intensiones de llegar a más antes de hablar.
—No quiero que te sientas presionado para esto Kellin, quiero que sepas que yo te esperaré.
—Gra-Gracias Vic —susurré. Yo no estaba ni cerca de estar listo para algo como entregarme a él, y agradecía mucho que pudiera entenderlo—. Te... te quiero.

Ni siquiera sabía de donde había sacado el valor de decir eso, pero lo había hecho. No pude evitar cerrar fuertemente los ojos, no quería ver su reacción, ¿y si no sentía lo mismo y sólo era un juego para él? Todas mis dudas se fueron cuando comenzó a repartir pequeños besos por todo mi rostro.
—Yo... yo también te quiero —murmuró antes de unir sus labios con los míos.
No sabía si lo nuestro, o sea lo que fuera que teníamos, iba demasiado rápido, pero en verdad eso no me preocupaba mucho; porque sabía que Vic no sería capaz de romperme el corazón.
—Te esperaré abajo en el lobby —dijo, antes de salir de la habitación.

Me vestí con lo primero que encontré y bajé lo más rápido posible, cuando llegué a donde Vic estaba hablando con la misma chica de pelo castaño que había llevado a su habitación hace tiempo. Sentí como la ira venía a mí inmediatamente, no sé qué tenían ellos dos, pero no quería que ella se le acercara a Vic.
—Eh, hola —murmuré incomodo cuando me acerqué a ambos.
—Oh, Tay, él es Kellin, el chico del que te hablé —sonrió Vic, dejándome algo confundido. ¿Le había hablado de mí?
—Ay, es adorable —Estrujó mis mejillas como si fueran de goma y con sólo su tacto me sentí asqueroso—. Tienes mucha suerte de tener a Vic a tu lado, se nota que se quieren mucho.
Si antes estaba confundido, ahora no sabía siquiera que estaba pasando, ¿esa no era la chica que... se había acostado? Dios, de sólo pensarlo me daban nauseas.
—Sí, lo que digas, te esperó fuera —le dije a Vic, soltándome de su agarré y caminando hacia la piscina.

No sabía porque, pero odiaba a esa chica, aunque no la conociera, la odiaba.
No tardó mucho para que Vic llegara hasta donde yo estaba, y cuando lo hizo me envolvió en sus brazos.
—No sabía que eras tan celoso —susurró, antes de besar mi frente.
—No estoy celoso, es más, ¿Por qué debería de estarlo? No somos nada.
Eso me había estado pasando todo este mes en mis pensamientos; nos besábamos y tratábamos como más que amigos, pero ni él ni yo habíamos aclarado lo que éramos, y me daba miedo suponer que somos pareja cuando él no piensa lo mismo.
—Aún no lo somos —sonrió—. Acompáñame.
Me extendió su mano y yo sin dudarlo la tomé, no sabía a dónde íbamos, pero tenía un buen presentimiento. 

Heartbreak Hotel (Kellic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora