Capítulo 3|Dotes varoniles.

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Cuando la puerta se cierra, me reincorporo de la tapa del váter

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Cuando la puerta se cierra, me reincorporo de la tapa del váter. Me doy un rápido vistazo en el espejo dejando el morral sobre el lavabo.

Estoy hecha un desastre y doy pena. Tengo el labio inferior morado, algunos golpes apenas visibles en las mejillas, el cabello un lío, cortadas y un enorme rasguño en la cara. Creí que la Sombra me sacaría los ojos ante el forcejeo.

Caer en el mundo de los humanos no es una noticia agradable. Había explorado estos lugares cuando era más pequeña y Ren quería darme una lección, es horrible, lleno de contaminación e inseguridad. No conozco mucho, solo lo que vi en el pasado.

Con cuidado me despojo de la sábana, se resbala por mi cuerpo hasta transformarse en un charco en el piso y me hundo poco a poco en el agua tibia.

Y sin esperar, me quiebro, dejando que mis lágrimas formen parte del agua de la tina. Sollozo en voz baja porque me siento demasiado triste y débil ante lo que está pasando en Egon, los músculos que los tenía tensos, se van relajando cada vez que el jabón líquido acaricia mi cuerpo, mi abdomen me arde, pero prosigo con la ducha hasta masajear mi cabellera sucia con el champú aroma desconocido.

¿Y si nadie logró sobrevivir?

¿Ademos me estará buscando?

¿Dónde carajos se metió la sombra?

Tengo tantas preguntas invadiendo mis pensamientos

Aterricé colgada de las copas de los árboles, no había rastro de la criatura con la que estaba luchando y al despertar no tuve remedio que esconderme hasta que el chico de cabellos de anciano apareció.

Suelto varios quejidos al intentar limpiar las heridas más de lo que había hecho el médico que me tendió hace unos instantes atrás. Leí en su mirada la desconfianza que le transmití al haberlo impactado contra la pared.

Tengo miedo de ellos, son seres peligrosos a pesar de que parecen inofensivos al primer vistazo.

El agua se pinta de café cuando me sumerjo por completo disfrutando de la temperatura y la relajación de mis músculos. No es suficiente para sentirse en paz. Tengo que volver.

...

Un alarido me obliga a abrir los ojos al instante, estoy en vuelta entre ramas secas, la espesa niebla ha invadido el sitio, ¿dónde estoy?, en mi campo de visión solo es posible notar abundantes árboles desnudos con troncos descascarados, me reincorporo apartando los restos de tierra y hojas. Las ramas tienen apariencia de brazos con garras peligrosas como las Sombras.

Un aspecto terrorífico.

¿Cómo llegué aquí?

Al dar el primer paso, escucho el crujir de las ramas y piedras bajo mis pies, estoy atenta a todo lo que me rodea en la búsqueda de una salida, no obstante, una fuerza me intercepta obligándome abandonar el suelo y me arroja entre los arbustos cerca de una colina y ruedo hacia abajo con violencia, grito al sentir como las piedras filosas penetran mi piel, uso mis manos a modo de escudo mientras desciendo con una velocidad que es posible que cuando llegue abajo ya estaré muerta. Pero ese momento no llega, al contrario, algo o alguien me detiene y me sujeta de una pierna para levantarme de cabeza.

El talismán de Egon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora