Invierno de Sangre
Abrí la puerta del todoterreno tras guardar las maletas en la parte trasera, acariciando el impecable volante para insertar las llaves en el bombín de arranque, encendiendo el motor al tiempo que el joven cobrizo se situaba en el copiloto, volviendo mi atención a Dévora apenas bajar la ventanilla.
—Nos vemos en casa.
—Iremos tras ustedes.
Pronto salimos del estacionamiento del departamento de Cairo, lugar en donde mi regalo de cumpleaños se había mantenido resguardado hasta mi regreso desde la última vez que vine, alejándonos de la ciudad rápidamente mientras mis tíos se perdían en dirección contraria, seguramente en busca de un regalo como disculpa por llegar de improvisto luego de mucho tiempo.
Debí hacer lo mismo.
Desviando mi atención de un camino libre de tráfico entre altos árboles surcados por la nieve, me concentré en buscar un CD que aminorara los esfuerzos del motor por trabajar en el tedioso terreno boscoso y enlodado, optando por el ritmo de Kim Dracula.
—Si eres un caso especial —mi acompañante bajó el volumen, teniendo aparentemente un nuevo tema de conversación en mente con claras intenciones de acaparar un poco la tosca tonada de la música — ¿Cómo es que perteneces a una villa de vampiros? ¿Con el director y su esposa?
—Ellos me adoptaron —bromeé, volviendo mi rostro al chico que me observó con ambas cejas elevadas, sin creer tanta coincidencia —. Es algo complicado. ¿Dónde te criaste? —persuadí.
—Zona tres, Elementos ¿Tú?
—Zona ocho, licántropos.
—Oh —reí levemente ante la expresión de este al comprender todo por lo que debí pasar, no costándole mucho imaginárselo. O tal ves sí, pues la relación de magos y vampiros no era tan mala como lo era con los lycans.
—Sí, fue difícil de asimilar, y más al descubrir que tenía familia en esta especie.
Al final no había servido de nada desviar el tema.
—Entonces ellos...
—Sí, son mis tíos. La profesora Dévora era la hermana de mi madre, fue una suerte encontrarnos en la IPS.
—¿Tus amigos saben?
—Está prohibido. Pero no fue lo mismo con Stan. Tuve un accidente con él unos días antes de la graduación de la Academia de Aprendices y supo por mi olor que yo no era exactamente de sangre vampírica antes de reencontrarnos en la IPS. Solo él lo sabe.
Onyx asintió, continuando el resto del camino en silencio hasta que recordó la radio, subiendo el volumen a la música de regreso para pisar el acelerador.
(...)
—Bien venido a Lagrimas de Sangre.
Por tercera vez desde que llegamos a Brasil, me estiré y permití que el helado clima llenara mis disfuncionales pulmones en una aspiración profunda, observando el joven cobrizo las casas de aspecto arcaico que nos rodeaban en un pueblito encantador surcado de endurecida nieve, estacionado el todoterreno junto a una de las casas de dos pisos que había en el lugar junto a un lago.
—¿Vives aquí? —asentí al tiempo que un grupo de niños corría frente a nosotros, jugando a atraparse mutuamente y obligándonos a parar para evitar el tropiezo de alguno en sus intentos por huir — Tengo curiosidad, ¿cómo es que los niños humanos no corren peligro entre vampiros?
Por lo visto no era muy atento a las clases de demás especies sobrenaturales.
—Por ello está el deber de control de sed, pero por si las dudas, hay cerval alrededor de las casas con jóvenes humanos que evita algún posible ataque además de continuos patrullajes. Los niños están seguros.
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Reina de los Vampiros
FantasyInstituto de Aprendices. En estos establecimientos se les instruye a sus residentes los diferentes estilos de vida que llevan criaturas o entidades enlazadas al mundo sobrenatural tales como licántropos, vampiros, magos o elementos, preparándolos p...