Capítulo 7

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Grupo de desentendidos

—Así que eres una princesa.

«Emperatriz», corrigió Daphne, resonando su voz en las paredes que la mantenían dentro de mi mente, arrebatándome un suspiro no creyendo acostumbrarme a la invasión de su voz.

—Según Daphne, una emperatriz.

—No. Princesa. La luna menguante en tu frente durante la transformación tan solo hace símbolo a la primera Luna, una emperatriz porta las dos. Esa media luna representa el renacimiento de una futura reina y una vez así sea, ambas lunas se trasladarán a otra parte de tu piel. Para ser emperatriz faltarían muchos siglos o algo en particular, no estoy muy consciente de las condiciones de adquisición a la sucesión.

—¿Cómo sabes eso?

—No soy el vicepresidente por nada ¿sabes?

Vaya arrogancia.

Tan solo asentí, permaneciendo en silencio a medida que avanzábamos por entre helechos, pequeñas y jodidas piedrecillas, la ululación de varios búhos a la distancia y el verdín de ciertos árboles, frenando mi caminata ante sus siguientes palabras tras un suspiro.

—¿Cómo es que una cría de lycans se convierte de un día para otro en una vampiresa? Y como si fuera poco, en el contenedor de la antigua y futura emperatriz de los vampiros.

La seriedad de su mirada se volvió a mí al instante en el que dejé de seguirlo, recordando las palabras del director en cuanto a mantener a los estudiantes ajenos a ello, y aunque no había mencionado nada en cuanto a mi procedencia al igual que Daphne, Stan lo sabía.

—¿De qué estás...? —intenté persuadir sus palabras con desinterés, sin éxito.

—La presidencia de la escuela está consciente de lo que ocultan los magos. Además, nos conocimos hace unos días, ¿lo recuerdas? Para ese entonces tu aroma no era para nada de una persona proveniente de territorio vampírico.

Su deducción había sido acertada con facilidad.

Me dio la espalda incitándome a seguirlo, aguardando silencio por unos cortos segundo en los que decidí el silencio no era la mejor forma de interacción, buscando una excusa para volver a abrir la boca.

—Umbra, él reconoció a Daphne. ¿Ya se conocían?

—La encarnación de un vampiro ancestral en un contenedor nuevo es un caso desconocido, puesto que los vampiros normales mueren junto a su contenedor. El que Umbra le haiga reconocido, es más como algo inconsciente —sin dejar de avanzar volvió su figura en una caminata de espaldas, aclarando ante mi confusión —, supongamos: una moneda en particular, no puedes saber lo que es o que siquiera exista sino hasta que la vez.

—Oh. Entonces, Daphne es el único caso reencarnado.

—Esto parece más como... ¿Una oportunidad de redención? La diosa Luna es conocida por ser piadosa y paciente, existe la posibilidad de que la diosa la hiciera encarnar para darle una oportunidad de remediar sus actos pasados. Sin ofender, pero la emperatriz no fue exactamente famosa por ser un ángel.

«No se le escapa nada», profirió con aburrimiento la acusada.

Aquello claramente fue el final de la conversación, empezando a escuchar los actos de caza de otros estudiantes que no se habían alejado tanto como nosotros, saliendo finalmente del bosque para pronto encontrarnos en el punto de encuentro acordado con los demás estudiantes y el director quien hablaba tranquilamente con una mujer de verdosos cabellos y amarillos ojos, dejando claro su control de sed. Aquellos orbes se enfocaron en nosotros de refilón, observándome fijamente.

Reina de los VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora