Capitulo II

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La noche había caído y la oscuridad reinaba por doquier, XingChen yacía tumbado en su cama tratando de descansar, las imágenes golpeaban su mente en forma de flashes fugaces, una sonrisa, alguna palabra dicha hace ya tiempo, esos blancos dientes algo impares, todo parecía un remolino de memoria hacia el cual se sentía arrastrado, no era que le molestara recordar solo que al recordar, también le hacia notar la falta de aquel ser querido, le hacia desear de nuevo aquellas caricias que hacia tiempo no sentía y que de pronto eran tan necesarias, suspiro con pesar y giro su rostro aun lado y a otro, las camas de los demás pacientes estaban desperdigadas por todo el cuarto de una manera mas o menos ordenadas, formando hileras, sus vecinos de cama yacían dormidos, algunos se movían, otros daban pequeños gritos entre sueños, como si fuesen acosados por algún tipo de monstruo, esto no era algo nuevo para él, de echo estaba muy familiarizado con estas escenas, cuando tenia poco de ingresado, solía pasar largas noches en vela a la espera de la visita de aquel al que amaba, aunque sabia que él no vendría, se lo había dicho, pero aun así no podía conciliar el sueño, cuando los doctores descubrieron su extraña manía por permanecer despierto comenzaron a administrarle somníferos, era una batalla cada noche para que él los tomase, después de un tiempo dejo de pelear, ahora ya no se los daban, los doctores habían descubierto que él no era peligroso, así que lo dejaban tranquilo la mayoría del tiempo, ahora las noches sin dormir eran muchas mas que las de sueño, motivo por el cual unas enormes ojeras surcaban su rostro, pero aunque permaneciera sin dormir, estaba seguro que él no vendría.

Se levanto despacio de la cama y se acerco a la ventana, la luna esta noche brillaba en todo su esplendor, un deje de nostalgia se instalo en su pecho, esa luna era la compañera de juegos de ambos, su fiel confidente, ella había sido testigo de todas las acciones que realizaron juntos, de niños y de adolescentes, ella era la única que podría aparte de ellos dos, contar su historia tal cual era, su mirada se perdió en el infinito, y era como si él estuviese allí, cerro los ojos y su imagen invadió por completo su cabeza, cabello negro largo, piel blanca, complexión pequeña, esa coleta que solía hacerse  y esos ojos, grandes, expresivos, rojos, rojos como la sangre,  rojo como todo aquello que es inmenso, no pudo evitarlo y una lágrima resbalo por su mejilla, en verdad lo necesitaba, abrió de golpe sus ojos y se fijo mas allá de la barda que rodeaba aquel edificio, él estaba allí, de pie sobre aquella enorme barda, lo miraba fijamente, tal como lo hiciera la primera vez, por alguna razón él le había dicho que no podría acercarse allí, XingChen pego su mano al cristal como si quisiera traspasarlo solo para que él tomara su mano, por que sabía que intentar salir era inútil, ellos nunca dejaban la puerta sin llave, él correspondió al saludo de la misma manera, extendió la mano como si quisiera alcanzar la prisión de XingChen y sacarlo de allí para llevarlo con él a un lugar donde nadie los separe jamás, después de unos instantes en que ambos permanecieron así, con los brazos extendidos y la murada perdida en la del contrario, él bajo la mano lentamente, al igual que lo hacia XingChen y en un parpadeo desapareció de aquella barda.

XingChen se quedo allí de pie por un largo rato, sentía el rápido palpitar de su corazón y esas mariposas que revoloteaban en su estómago como si buscaran un lugar por donde escapar, como si supieran que su lugar no era allí si no al lado de aquel que las provocaba, supo en se momento que él seguía allí, esperándolo tal como lo había prometido, una sonrisa apareció en su rostro, ahora no podría dudar ya jamás estaba completamente seguro que él existía, que era real y que lo esperaba tal como había dicho, porque sabia que lo amaba con la misma intensidad que el mismo lo hacia.

Esa noche durmió solo un par de horas, pero al despertar sentía que había descansado mejor que cualquier noche anterior, estaba decidido, haría todo lo posible para salir de allí, así que contaría a aquel doctor todo cuanto le preguntara, sí, eso haría, le hablaría sobre él, Xue Yang, su A-Yang.


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