4.- El Felino

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Había abierto los ojos después de un largo sueño, Rivera se incorporó de la cama y se quedó sentado viendo una de sus chanclas por un rato, estaba agarrando señal todavía aunque seguro que con el baño terminaba de conectarse a la tierra para empezar un nuevo día en la universidad.

Se puso sus chanclas y comenzó a buscar ropa que usar, unos simples jeans, camiseta blanca sin mangas por debajo y otra sudadera roja, aunque esta no tenía cierre ni franjas blancas en las mangas, era de un sólido rojo.

Tomó unos bóxers cualquiera y se metió al baño para darse una ducha despierta-huevones y quita-flojera.

Una vez seco tomó las prendas y se vistió, se sentía bastante cómodo y un poco más vivaracho que antes. Se peinó de la misma manera que todos los días y fue a desayunar algo rápido para lavarse los dientes. Tomó sus botas marrones y se las colocó, su mochila, su dinero, su guitarra y sus llaves tampoco podían faltar.

Agarró su teléfono totalmente cargado y envió un mensaje a su clon.

"Buenos días! Comemos juntos hoy?"
6:37 a.m.

Le gustaba mucho pensar que podían almorzar juntos en la cafetería todos los días sin importar lo que las otras personas dijeran, tal vez podrían convencerlos de no subir más fotos de ellos de las que ya estaban en la página del face de la universidad.

Era bastante molesto entrar para ver si hacían algún anuncio y que lo primero que apareciera fuera él con Marco.

Pinche madre, ¿Los demás no tenían algo mejor que hacer?.

El sonido de un mensaje lo distrajo de su mini frustración y al revisarlo se puso contento de inmediato.

"Claro hermano, te veo en el almuerzo✨"
6:39 a.m.

Con la aprobación de su ahora amigo se sentía más tranquilo y en confianza, empoderado y capaz de decirle a todos que se podían ir a chingar a su madre.

Guardó el mini aparato en su bolsillo del pantalón y se dirigió a la puerta, aunque de reojo el espejo lo distrajo y llamó su atención, hizo caso a su instinto que era imposible de evadir y se miró.

Sus propios ojos, su propio lunar, su propio cabello, su propia piel, todo en general. Incluso su ropa, que si fuera cambiada a un azul...

Sacudió su cabeza y se cacheteo a sí mismo, estaba empezando a creer que tenía una obsesión por Marco en el sentido de que seguía impresionado del parecido tremendo entre los dos. Ya no quería eso y simplemente comenzar a tratarlo como un amigo más.

Misión imposible pues se emocionaba de estar con alguien que era prácticamente su gemelo.

Alguien con quien llamaba la atención por el simple hecho de estar juntos en algún lugar, robando miradas e incluso palabras a la gente asombrada.

Tenía una sensación de pesadez en el pecho y ahora estaba algo inquieto, con pensamientos en su cabeza que quería evitar a toda costa. Quería tratarlo como su amigo porque le cayera bien, no por tener su cara.

Y aunque Marco le caía excelente debía reprimir un poco su emoción para no asustarlo o hacerlo sentir como una pieza valiosa de un museo que sólo ves por cinco minutos y te vas.

Quería una gran amistad con él por todas las cosas buenas que veía en su ser.

Siguió viéndose al espejo y luego de revisar si tenía algo en la cara o si algo le faltaba, sonrió un poco y se fue rumbo a la universidad.

Nero ForteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora