Capítulo 3

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    Capítulo 3

Todavía me acuerdo de lo mucho que me costó convencer a mis padres  para que me dejaran ir a vivir con Alex.  Cuando cumplió diecinueve, mi amiga me contó que se iba a mudar a un departamento, pero que no quería estar sola, la muy miedosa. Me rogó  que me fuera  con ella. En ese momento yo tenía diecisiete, estaba por empezar la universidad.

    Estaba segura de que como respuesta iba a recibir un "NO"  gigante. Pero, como no tenía nada que perder, les pregunté a mis padres si me dejaban. Los senté en la mesa, y les expliqué toda la situación.

              Les conté que íbamos a estar literalmente cerca,  que la zona del edificio era segura, y que estaba cerca  también de la universidad, les hice recordar que Alex es prácticamente una hermana para mí (nos conocemos desde que tengo memoria) y que además es súper responsable (bueno, en ese detalle exageré un poco), prometí que siempre iba a llamarlos, y a visitarlos.

             Había estado planeando ese discurso por semanas, pero al parecer no los convenció del todo. Dijeron que "lo iban a pensar". Para mí, eso significó un "no", dicho con otras palabras, pero no me rendí.

            Pasé meses y meses insistiendo, y recibiendo respuestas parecidas a la primera, hasta que no tuvieron otra opción que darme permiso. Cuando me lo propongo, soy bastante pesada.

Mamá me ayudó a preparar mis cosas, y a llevarlas al edificio. No puedo explicar la felicidad de Alex en ese momento, y la mía ni hablar. Iba a vivir con mi mejor amiga, ¿hay algo mejor que eso?

             Por mi parte, cumplí mi promesa después de mudarme, y empecé a ir todos los fines de semana a comer a mi casa. Llamo de vez en cuando para preguntar cómo están, para contarles cosas de la universidad. Obviamente, estoy feliz de vivir con mi mejor amiga, y nos divertimos muchísimo, pero me también me gusta pasar tiempo en familia.

             Alex estacionó en la puerta. Bajé del auto con cuidado para que no se me fuera a caer la torta. Era lo único que me faltaba.

                          La casa en la que vivía con mi familia antes de mudarme es pequeña, pero hermosa. Tiene flores de todo tipo en la entrada, porque a mi madre le encanta cuidar el jardín. Las paredes son de color naranja intenso, como el de las hojas que se caen de los árboles en otoño.

 Lo mejor de todo, es que está a cinco minutos del edificio en auto, diez si vas caminando.  Puedo ir y venir cuando quiero.

              Toqué el timbre haciendo equilibrio con la torta en la mano. Poco después sentimos pasos, y mi madre nos abrió con una sonrisa.

-          Hola chicas - me dio un abrazo, y después uno a Alex-, qué bueno que hayan venido. Pasen.

-          ¿Ya llegaron los invitados?- pregunté mientras entrábamos al living.

-          No, todavía no. Les dijimos que vinieran a las diez más o menos, y todavía es temprano. Son las - miró su reloj- nueve y cuarto.

-          Genial, ¿a dónde están Emily y Zack?- no podía esperar para ver a mis hermanos.

-          En el jardín. Zack quería ayudar a hacer las hamburguesas, y Emily está ordenando todo porque vamos a comer afuera. Hay que aprovechar ahora que no hace tanto frío.

-          Voy a ir a saludarlos y ya vuelvo para ayudarte, ¿sí?- le prometí mientras dejaba la torta en la mesa- , ¿ya viste lo que cociné?

-          ¿En serio hiciste eso? ¿Sola? ¿Y sin...?

-          Sí mamá, la cociné yo sola- la interrumpí- Y no, no quemé nada. Alex estuvo ahí, y puede comprobar que no han habido accidentes. ¿No es cierto, Alex?

Under London's Sky Donde viven las historias. Descúbrelo ahora