Capítulo 24

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Capítulo 24.

Me senté en el suelo de la casa de los Nielsen sin pensarlo dos veces.

Casi automáticamente, los diez pequeños y tiernos perritos corrieron hacia mí y empezaron a saltar sin control por todas partes, algunos mordiendo mis zapatillas y trepándose hasta llegar a mi cara para llenarme de besitos.

Liv se acercó despacio a saludarme unos segundos después, y dos de los cachorros se apartaron un poco y fueron a jugar con ella.

- ¿Todas estas bolas de pelo son tus bebés?- le pregunté, como esperando que me contestara con sus ladridos. Acto seguido la tomé entre mis brazos, acaricié su suave cabecita marrón, y la acerqué un poquito para susurrarle: - te felicito, pequeña hermosa.

Me puse en pie unos minutos más tarde sin soltar ni por un momento a Liv. Cuando levanté la vista caí en la cuenta de que todos me estaban mirando, sonrientes, la felicidad parecía no entrarles en el cuerpo. Y créanme que no era para menos, el ambiente estaba lleno de ternura y alegría ese día, y nos contagiaba a todos, nos hacía sonreír sin más.

Aún no podía asimilar que todo eso de verdad estuviese pasando, sentía que no podía ser cierto, que era mentira, un sueño.

Es que en un principio, había creído que Liv estaba enferma, ¿recuerdan?, me había preocupado muchísimo por ella y había llegado a pensar en lo peor de lo peor. Enterarme de un segundo para otro de que en realidad había estado esperando para ser mamá definitivamente fue la sorpresa más hermosa que hubiese esperado recibir.

- ¿Cuándo supieron?- le pregunté a los chicos.

- El mismo día que fuimos a la veterinaria ¿recuerdas? - respondió Peter, sin dejar de sonreír- El doctor nos explicó que el comportamiento raro que habíamos notado en Liv era normal, porque estaba por tener bebés. No se nos había cruzado por la cabeza esa idea en ningún momento.

- A los pocos días nacieron- recordó Abby entre lágrimas de felicidad mientras levantaba a uno de los perritos del suelo y le hacía cosquillas en la panza- pero nunca pensamos que iban a ser tantos.

- Abbs, ¿estás llorando?- preguntó Peter como estudiándola con la mirada, mientras se acercaba a su hermana y le apretaba las mejillas.

- Pff... no yo... tengo...

- Deberíamos decirle a Alex que venga, ¿no creen?- sugirió Emily en un intento de cambiar de tema.

- Tranquilos, ya me encargué de eso- contestó Sam, que hacía rato que no hablaba, mostrándonos su celular con aire orgulloso- dice que viene en camino.

- Gracias Einstein, le arruinaste la sorpresa- protestó sarcásticamente su hermano menor, alejándose abruptamente de Abby y cruzándose de brazos.

- No, Peter, no soy tan estúpido. Le dije que Leah se había aburrido de estar sola y había venido a visitarnos, que la estamos esperando para merendar. Ahora,- suspiró el mayor frotándose las manos como mafioso italiano- si quieren que todo esto sea una sorpresa, vamos a tener que escondernos bien.

- En la cocina- sugirió Abby rápidamente, y señaló a los tres enanos- alguno de ustedes va a tener que distraer a Alex.

- ¡Yo!- Peter, Emily y Zack gritaron a la vez y levantaron sus manos en el aire de forma automática haciéndome soltar una carcajada.

- Está bien, está bien, los tres la distraen y nosotros nos escondemos.

Cuando todo estuvo arreglado, nos sentamos en la mesa del living a conversar un rato, mientras los cachorritos corrían y jugaban sin parar entre nuestras piernas. Abby nos mostraba fotos de cada uno de los bebés.

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