Capítulo 20.

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Capítulo 20.

Apoyé mi barbilla en el hombro de Austin y cerré con fuerza los ojos. No podía creer que estuviera pasando, tenía que ser alguna especie de sueño.

Porque, sí, sus suaves y enormes brazos aún me seguían rodeando con toda la inexplicable y tierna dulzura de este mundo. Seguíamos ahí de pie en el pasillo de nuestro piso, los dos mojados de pies a cabeza por la lluvia. Y obviamente, sí, mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho y echar a correr lejos de ahí en cualquier segundo.

Los truenos se dejaban escuchar cada dos minutos, y el pasillo se iluminaba por los relámpagos, haciéndome estremecer.

Al parecer el rubio no tenía muchas intenciones de soltarme justamente en ese momento, pero ¿les digo algo? ya no me importaba en lo más mínimo, no me interesaba nada en realidad. No me preocupaba el estar muriéndome de frío, no me importaba lo ridícula que me pudiese estar viendo en ese instante, no me importaba que Tom estuviera dando vueltas entre nuestros pies sin rumbo. Sólo me importaba que Austin Roads, el vecino insoportable de al lado me estaba abrazando como si no hubiese un mañana, y yo le estaba correspondiendo. Era demasiado para ser cierto, créanme que sí.

Tengo que confesar que hasta me gustaba que me estuviese envolviendo de esa manera tan tierna y espontánea contra su pecho. No me malinterpreten, por favor. Es que no me hubiera esperado esa actitud de él ni en un millón de años, hasta hacía unas horas supuestamente era el mismo rubio oxigenado idiota de siempre. Que me acercara a él despacio para después darme ese abrazo tan hermoso me tomó totalmente por sorpresa, pero la verdad es que me gustó, me gustó demasiado. Decir lo contrario sería estar mintiendo de la forma más absurda y descarada que se les llegue a ocurrir.

No me podía explicar a mí misma por qué había pasado todo tan de repente, no podía entender por qué había hecho eso sin ninguna razón. Lo único que puedo decir es que con ese simple gesto me hizo sentir extremadamente bien, de hecho más de lo que esperaba. De un segundo a otro me pareció olvidar un poco lo horrible que había estado ese día. La caminata bajo la lluvia, mi cuaderno desaparecido, y hasta la rubia descerebrada de la veterinaria ahora eran sólo imágenes borrosas que iban desapareciendo de a poco de mi mente.

Creo que Austin también estaba necesitando cariño justo en ese instante, sus ojos lo decían a gritos, supongo que esa fue la razón por la que tímidamente me acerqué a él y me puse en puntas de pie para poder rodear su cuerpo con mis brazos. De alguna manera quería decirle lo mucho que le agradecía el que me sacara una sonrisa en ese día tan nublado y oscuro.

Juro por mi vida que sentí escalofríos por todo el maldito cuerpo cuando Austin imitó lo que yo había hecho al principio, y apoyó su mentón en el espacio entre mi cabeza y mi hombro. En ese punto me creí morir. Pude sentir casi al instante su respiración inestable resoplando en mi nuca y haciendo cosquillas, lo que provocó que cien mil millones de mariposas empezaran a batir sus alas en mi estómago sin control alguno.

Estúpido y sensual Austin... ¿por qué me haces esto?

Quizás, sólo quizás, estoy exagerando un poquito todo este asunto, pero así fue como lo sentí, no me cabe duda de que fue así, y cada vez que pienso en ese simple y casual abrazo, mi pecho se encoge y se me escapa una sonrisa tonta, acompañada del rubor que aparece de la nada en mis mejillas. Sueno patética, lo sé, pero en ese instante mi corazón no dejaba de sentirse así.

Me creí demasiado atrevida por un segundo, pero hice algo que toda la vida tuve ganas de hacer: hundí mis dedos en los cabellos casi blancos de la nuca de Austin. Fue súper rápido, pero sé que nunca me voy a arrepentir de haberlo hecho.

 Por todas las estrellas del universo, ¿podía haber algo tan suave en este mundo?

No sabría decir si fue imaginación mía, o si pasó de verdad, pero de un momento a otro él acercó su boca a mí oído derecho y susurró:

Under London's Sky Donde viven las historias. Descúbrelo ahora