Capítulo 29

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Capítulo 29

- Sí, sí, a eso de las nueve y media... sí, aquí, en el departamento... sí, sus padres están más que invitados, los míos y los de Alex van a venir también... no, no, no tienen que traer nada, no se hagan problema, de verdad.

Estaba sentada en el suelo de mi placard con las puertas cerradas, para que mis susurros- que de por sí ya eran inaudibles- no se fueran a escuchar ni por casualidad.

- ¿Leah? ¿Estás en casa?- alcancé a oír que Alex había llegado y me sobresalté- Tom, ¿no has visto a Leah?

- Abby te tengo que dejar, Alex ya llegó del trabajo... okay, okay, no te olvides de decirle a Sam que me llame... genial, sí, adiós- una vez que Abby colgó, levanté la voz para dar señales de vida- ¡Alex! ¡Estoy en mi habitación!

La puerta del ropero se abrió de golpe.

- ¿Qué tendría que pensar que estás haciendo encerrada aquí?- cuestionó arqueando una ceja y con las manos en las caderas.

- ¿Buscando Narnia quizás?- contesté inocentemente y le tendí mis manos para que me ayudara a ponerme de pie.

- ¿Y? ¿Encontraste algo?

Negué con la cabeza.

- Qué pena- me respondió con una voz monótona.

Si bien ya habían pasado como dos semanas de lo de las entradas y todo ese delicado tema, Alex seguía algo deprimida. No tanto como la trágica noche en la que recibió la noticia, pero tampoco mucho mejor. Es que faltaba exactamente una semana para el concierto, y saber que no iba a poder verlo la tenía devastada.

El ceño levemente fruncido había persistido en su cara durante varios días, y todavía no lográbamos sacarle una sola carcajada.

La entendía completamente, sabía lo que estaba sufriendo, y por eso mismo no quería verla así, quería que la Alex divertida y sarcástica volviera y asesinara brutalmente a esta depresiva que la había reemplazado sin explicaciones.

Al mismo tiempo me sentía mal de sólo saber que no podía hacer nada por ella. No podía ir y apuntar con un arma a Adam Levine para que nos diera dos entradas porque sí. No había nada que hacer más que esperar a que dieran otro concierto, lo cual no sabíamos si iba a volver a pasar pronto. Esperar y ver a las personas corriendo por las calles ese día, todas entusiasmadas por entrar al estadio. Esperar a que la Alex de siempre volviera a aparecer.

- Vamos, dime, ¿qué buscabas ahí adentro?- preguntó cruzándose de brazos y mirando el lugar donde me encontraba unos segundos antes.

- Eh...- mi torpe cerebro se demoró un momento en pensar una respuesta lógica- no encontraba mis zapatos plateados, es eso.

Leah, eres una genia.

Alex me había pedido prestado un par de sandalias unos días atrás, porque tenía un té con sus amigas de la universidad o algo por el estilo. Los compromisos le llueven a esta chica popular.

- Las tengo yo, ¿ya te olvidaste?

- ¡Es verdad! Qué estúpida yo, buscándolas toda la mañana...- sonreí. Única vez en la vida que me salía una mentira tan convincente.

- Perdón por no devolverlas... últimamente estoy con la cabeza en las nubes. Leah ¿por qué el teléfono está adentro de tu placard?

Miré el artefacto.

Miré a Alex.

Volví a mirar el artefacto.

Leah, ya no eres una genia.

Under London's Sky Donde viven las historias. Descúbrelo ahora