Capítulo 28

147 15 2
                                    

Capítulo 28

- Intenta no morir mientras no estoy, por lo que más quieras- suplicó Alex un tanto apurada- voy a hacer todo lo posible para llegar temprano- le echó una mirada a su reloj- ¡Mira la hora! Ya voy tarde, deséame suerte, te veo en un rato- dichas estas palabras a toda velocidad, desapareció de mi vista cargando un bolso negro y brillante y vistiendo con su mejor ropa: un short de jean desteñido con una blusa negra y unas sandalias blancas que a veces le pido prestadas por lo hermosas que son.

- No hay nada de qué preocuparse- le contesté a la puerta que se acababa de cerrar frente a mi nariz, en un vago intento de darme automotivación para no desesperarme- nada malo va a pasar- me giré sobre mis pies para darle cara a los tres cachorritos que aún dormían sobre el sillón del living junto a su papá y puse las manos en las caderas- esto va a ser pan comido... o un caos total, todo depende de mí y de la actitud que tome.

Los perritos que Peter y Sam me habían pedido que cuidara ya llevaban como una semana y media en nuestro departamento. Sí, aún no les podíamos conseguir familia a los pobres. Por mucho que intentamos durante esos días, los vecinos del departamento todavía no daban señales de querer adoptarlos. Sólo uno de los bebés había tenido más suerte que sus hermanos (creo que fue Sam Junior) que para ese entonces ya estaba viviendo con Marc.

Bueno... si es que a eso le podemos llamar suerte.

La cosa es que en esos días, Al y yo nos arreglamos bastante bien para cuidar a los perritos. Yo ya no tenía la obligación de ir a clases porque los exámenes finales estaban cerca y nos dan este tiempo para prepararnos y estudiar, y Alex decidió empezar a ir al café más temprano para poder salir antes del mediodía y ayudarme.

Todo iba viento en popa, porque entre las dos hacemos siempre un equipo genial, no importa para qué sea. Deportes, trabajos, en todo nos amoldamos a la perfección y podemos solucionar cualquier problema.

Pero ahí está la cosa: juntas somos imparables, por separado... ya es un tema aparte.

Esa es precisamente la razón por la cual, cuando Alex se fue esa noche, me sentí como si estuviera piloteando un avión y el copiloto decidiera de la nada saltar en paracaídas y dejarme sola al mando.

Una sensación algo horrible, si les confieso.

Para no perder los estribos tan rápido, me mentalicé en que todo iba a salir bien, me convencí de que iba a poder hacerlo sin ayuda.

Okay, vamos a focalizarnos. Okay, respira profundo. No va a pasar nada malo esta noche, Leah, ¿okay? Ya dijiste okay como cinco veces, eso es porque estás nerviosa. Vas a cuidar a los perritos tú sola, como la mejor niñera de perritos que exista, y todo va a salir genial. Es una tontera si lo ves con un poquito de optimismo. Gran parte de las cosas malas pasan sólo porque tú permites que lo hagan, así que no les des la oportunidad, menos que menos esta noche.

Una vez terminada mi charla de autoayuda conmigo misma- la cual no estuvo nada mal-puse mi vista una vez más en los pequeños dormilones.

- Sería muchísimo más fácil cuidarlos si sólo siguieran dur...

Fue como si me escucharan, como si me leyeran la mente. Poco a poco empezaron a desperezarse y a ponerse de pie frente a mis atónitos ojos, y de un segundo a otro ya estaban corriendo por el living, uno ladrando a todo pulmón, y sus otros dos hermanos mordiendo unos almohadones.

Bueno, este no es el mejor comienzo de todos.

- ¡Denme eso, suelten ya!- con todas las fuerzas que me salieron en el momento, perseguí a los perritos alrededor de la mesa, por el pasillo, por las habitaciones, la cocina, básicamente por todos y cada uno de los rincones del departamento.

Under London's Sky Donde viven las historias. Descúbrelo ahora