Capítulo 11 - Derek Lodge [2/2]

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Todo este día iba perfecto, Joseph y yo saldríamos a ver una película después de pasar al parque a comprarle uno de esos helados de yogurt que tanto le gustan. En ese mismo parque me le declare a Josh, todos mis sentimientos hacia el estando en una vieja banca de concreto la cual estaba rayada de diferentes tipografías y distintos tonos de rotulador. No sabía que las cosas se podían arruinar tan fácilmente.

Todo era tan perfecto, hasta que el sol se nos apago.

Lo último que recuerdo fue como Miguel golpeo a Joseph y lo metió en un vehículo.

Todo estaba de un color oscuro, no veía ni un solo rayo de luz, escuchaba unos pasos al rededor pero no sabría decir si iban o venían, solo sé que estaban presentes en esta misma habitación.

—Nick, ve donde Josh —dijo una voz familiar. Miguel—, enciendes las luces, ¿bien? Esto está por comenzar.

¿Qué es lo que está por comenzar?

Esperen... ¿Dijo "Josh"?

¡Joseph!

—¿Miguel? —Jadeé— ¡Miguel!

Escuche los pasos haciendo eco en la habitación acercándose a mí.

Una pequeña risa salió fácil de él— ¿Quién habla?

—Miguel, ¿qué está pasando? —pregunte sintiendo como mis ojos picaban por las lagrimas, no me había dado cuenta de que tenía una venda cubriendo mis ojos.

Soltó una carcajada— ¿Me estas tomando el pelo a propósito o solo eres tonto?

Sentí un fuerte golpe en la parte de atrás de mi cabeza, el estruendo me dejo palpitando el cráneo.

Eso basto para que mis lágrimas empezaran a correr, estaba asustado, estaba preocupado y también confundido. ¿Por qué Miguel hace esto?, ¿por qué no me dice al menos donde esta Joseph?

—Miguel, no sé de qué me hablas —mi voz salió pequeña y rota—, ¿dónde está Joseph?, ¿dónde estoy yo?, respóndeme, ¿por qué no veo nada?

Entonces fue cuando un jadeo sonó a lo lejos a mi lado izquierdo haciendo más eco en la habitación que parecía estar más sola que un pueblo fantasma.

Él resoplo— Joseph está bien, o al menos por ahora. Estamos en la vieja cárcel Clifford, ¿la recuerdas?

Fue entonces cuando sentí se mi venda caía, se resbalaba por mi rostro hasta final mente caer. ¿Él dijo que estábamos en la cárcel?

Un fulgor amarillo de un viejo bombillo invadió en mi entorno y así fue como el rostro de un Miguel furioso apareció frente a mí.

 —Ahora —dijo, cruzando sus brazos sobre su pecho— ya puedes ver.

Retuve mis lágrimas que querían salir cual cascadas, pero no quería mostrar debilidad, no ahora— ¿Qué es lo que pasa, Miguel?, ¿dónde está Joseph? —espete con furia inclinándome hacia delante para afrontarlo.

Sonrió— Joseph —se agilizo a moverse tras la silla a la que estaba atado de pies a... pecho, y me obligo a pegarme al respaldo, entonces lo note, un cristal oscuro estaba frente a nosotros, podía ver nuestros reflejos en el. Me veo como el infierno, este cabrón me cortó la mitad de mi cabello, un morete estaba tomando forma bajo mi ojo derecho y mi labio inferior está manchado con sangre coagulada— Joseph esta justo... —tomo mi rostro para apretarlo en su lugar obligándome a ver el cristal que de repente paso de ser un simple espejo a una ventana donde ya hacían dos jóvenes— allí.

Santa mierda.

—¡Joseph! —Exclame— ¡Querido! Suéltalo, Miguel —confronte a Miguel con la mirada viendo como se retorcía en carcajadas.

Mi primer homicidio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora