Capítulo 10

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LENA POV

Me gustaba pensar de mí como una tipa bastante equilibrada que lidiaba con un montón de basura. La mierda sobre hielo realmente me tenía entumecida para los estúpidos del mundo real. Pero una cosa que me enviaba al modo ataque era ver lastimado a alguien que amaba. Sobre todo, si ese alguien resultaba ser mi novia.

―Es una mierda. Qué cabrón. ―Asombrada, Sam escuchaba mientras le contaba la historia del encuentro de Kara con su papá.

―Mujer, ella estaba muy molesta cuando me contó todo la semana pasada. Yo quería encontrarlo en ese momento y rodear su jodido cuello con las manos.

―Me lo imagino. Que hagan llorar a tu chica, es imperdonable. ―Se levantó, se acercó a su impresora y retiró el papel―. ¿De verdad crees que esto va a funcionar?

―Tiene que funcionar. ―Me encogí de hombros―. Sé cómo funciona la gente como él. Solo ven una cosa.

Sam estuvo ocupada al teléfono la siguiente media hora, yo miraba mi reloj y me paseaba nerviosa por toda la oficina.

―Cálmate. ―Se rio, relajada en su escritorio como siempre.

―Solo quiero terminar con esto. ―Estiré los brazos hacia arriba tratando de relajarme de alguna forma―. ¿Nunca nada te pone nerviosa? ¿Eres la misma persona todo el tiempo?

―Claro, las cosas llegan a mí ―dijo despreocupada―. Pero no cuando trato con escoria como esta.

La voz de Ellie resonó en el escritorio.

―Señora Arias, su once en punto está aquí.

Los ojos de Sam se quedaron fijos en los míos.

― ¿Lista?

―Joder, sí.

Presionó un botón de su teléfono.

―Gracias, El. Dile que pase. ―Un minuto más tarde la puerta de su despacho se abrió y Ellie escoltó a Zor-el D. Yo estaba sentada frente al escritorio, sujetando la esquina de madera tan fuerte, que pensé que podría romperlo. Sam sintió mi tensión y se acercó a estrechar su mano primero―. Hola, Zor. Entra.

Zor terminó con Sam y se acercó a mí con la mano extendida, completamente despreocupado por la forma en que lo ignoré.

―Entonces, esta es la prometida de mi niña. Felicitaciones, eres un buen partido para ella.

¿Cómo diablos lo sabes?

―Ellie, por favor encárgate de mis llamadas ―dijo Sam. Ellie asintió y cerró la puerta.

―Tome asiento, señor. ―Sam hizo un gesto hacia los sillones.

―Por favor, llámame Zor. ―Sonrió y se sentó, alternando la atención entre Sam y yo―. Estoy sorprendido de saber de ti, Lena. Kara se marchó de la cafetería toda susceptible, pero me alegro de que finalmente entrara en razón y te hablara sobre mi oferta.

―Ah sí, ella me habló del tema ―dije con sarcasmo―. La cosa está así. Estoy enamorada de Kara. La amo más de lo que alguna vez he amado a nadie, y cuando alguien la molesta, iría hasta el fin del mundo para asegurarme de que no volviera a suceder. Así que este es el trato: Kara no quiere verte de nuevo, nunca, pero no soy estúpida, sé cómo funciona la gente como tú.

―Su alegre sonrisa se desvaneció y fue reemplazada con un ceño cuando se dio cuenta que no estaba para bromas―. Le enviaste una carta que ella ignoró. Enviaste dos más hasta que finalmente ella accedió a encontrarse contigo. ―Me erguí con la cabeza bien alta y los brazos cruzados―. Así que, esto es lo que te propongo. Dijo que pediste cincuenta.

Voy a doblarlo y te daré cien. ―Sus ojos se abrieron como platos, pero no respondió, sabiendo que yo no había terminado―. Sin embargo, para conseguir esos cien mil, vas a firmar el contrato que mi buen amiga Sam tiene en la mano, prometiendo que nunca, nunca, nunca te pondrás en contacto con Kara, ni sus hijas ni Eliza otra vez, o voy a demandarte por veinte veces más de lo que te di.

― ¿Y si me niego? ―gruñó.

―Entonces saldrás de aquí sin dinero, pero con las mismas posibilidades de acercarte a Kara. Voy a contratar a un equipo de seguridad que le haría competencia a la del residente, una dura competencia. Si intuyo que piensas contactarte con ella otra vez, con dinero o sin dinero, nunca volverás a verla.

― ¿Estás en la mafia o qué? ―Resopló.

―No. ―Levanté la barbilla―. Soy una mujer completamente enamorada que tiene más dinero del que puede manejar, y que protegerá lo que es suyo a cualquier costo.

― ¿Tanto dinero que no sabes qué hacer con él? ―Inclinó la cabeza a un lado con una sonrisa calculadora en los labios―. Entonces quiero más. Que sea un millón y tienes tu acuerdo.

Le miré directamente a los ojos.

―Vete a la mierda. Cien mil dólares. Es todo. Tómalo o déjalo, pero tienes dos minutos para decidir. Luego te echaré a la calle sin un centavo.

Miró al piso contemplando su siguiente movimiento, a pesar de que ya sabía exactamente cuál sería.

― ¿Tienes un bolígrafo? ―Suspiró mirando a Sam.

―Claro que sí. ―Sam puso el contrato sobre la mesa y le entregó una pluma.

Ni siquiera lo leyó. Solamente firmó mientras yo sacaba mi talonario de cheques. Rechiné los dientes al escribir el cheque. No era el dinero. Eso no significaba nada para mí.

Cuando Kara lloró mientras me contaba el encuentro y lo estúpida que la hizo sentir, mis instintos protectores se hicieron cargo y sabía que tenía que mantenerlo alejado de ella.

― ¿Quedó listo el contrato? ―le pregunté a Sam.

―Firmado y fechado ―confirmó.

―Toma. ―Le entregué el cheque y sonrió mientras lo miraba―. ¡Ahora fuera de aquí!

Levantando la mirada, amplió la sonrisa.

―No tienes que decírmelo dos veces. Fue grato hacer negocios con ustedes, muchachas. ―Asintió y se volvió hacia la puerta. Hubiera valido la pena darle un puñetazo si no estuviera todavía en libertad condicional por el incidente en el bar.

La puerta se cerró y golpeé las palmas sobre el escritorio.

―No le importa un carajo. ¿Cómo es posible?

Sam presionó los labios en una línea apretada y se encogió de hombros.

―No tengo ni idea, mujer. Ninguna cantidad de dinero que me ofrecieras o equipo de seguridad que contrataras me mantendría alejada de mi hija, con dinero o sin dinero.

― ¿Sabes lo más triste? Habría pagado un millón sin pensarlo siquiera.

Las cejas de Sam se dispararon hacia el techo.

― ¿Lo habrías hecho?

―Sí ―asentí―, en un abrir y cerrar de ojos. Pero él estaba demasiado desesperado.

Sam me dio una palmada en el hombro y caminó por detrás de su escritorio, archivando el contrato en una carpeta.

―No puedo decidir si eres muy cruel o si tienes el corazón más grande del mundo, Luthor.

―No te pongas blanda conmigo ahora. ―Me reí por primera vez desde que Kara me había contado acerca de aquel encuentro con su padre.

Se sentó y apoyó la barbilla en las manos.

― ¿Vas a decirle que hablaste con él?

―No. ―Ni siquiera dudé la respuesta―. Ella me dijo que no quería volver a verlo y me aseguré de que así fuera. Los detalles de cómo lo hice, no son necesarios.

―Creo que Zor tenía razón. ―Se rio sacudiendo la cabeza―. Tal vez sí eres de la mafia.

Room For A Little Bit More(Super corp gip) parte 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora