Capítulo 6: Novatos

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El primer día finalmente había llegado. Tanto Teddy como E.J. se arreglaron lo más decente que pudieron y salieron a buscar el edificio de ciencias, dónde tendrían su primera clase. Mientras, se vestía, E.J. notaba que le temblaban y sudaban las manos. Se aseguró de tener su inhalador a la mano. Definitivamente no sería recordado como el novato que sufrió un ataque de asma el primer día.

- ¿Has sentido esa sensación de que quieres vomitar, pero en realidad no quieres vomitar? -preguntó Teddy mientras se revisaba en el espejo.

-No...no creo- respondió E.J. entre risas. -Pero, sí siento que tengo mariposas en el estómago del tamaño de halcones- dijo. Ambos estaban nerviosos a morir, pero al menos, tenían muchas materias juntos.

Tras haber llegado a su salón, se asombraron de su tamaño. Era una especie de anfiteatro con múltiples butacas en torno a un gigantesco grupo de pizarrones verdes, los cuales estaban detrás de un escritorio. E.J. y Teddy se sentaron casi hasta el frente, mientras veían el panorama, embobados.

-Parece que sí s como en las películas- comentó Teddy mientras tomaba asiento. Y en eso tenía razón. Por primera vez, la televisión no mentía. Tras unos minutos, con todos los alumnos en sus lugares, se abrió una puerta a la izquierda del escritorio, de la que emergió un hombre vestido de traje con un portafolios en mano, quién parecía ser el profesor. Cuando dejó su portafolios sobre el escritorio, todos los presentes guardaron absoluto silencio.

-Buenos días, estudiantes. Yo soy el profesor Peters, les estaré impartiendo la materia de física. Les quiero dejar algo en claro antes de comenzar: no soy su amigo, ni su tío, pero tampoco soy un tirano sin alma. SI surge algún problema, estoy dispuesto a que haya un diálogo sano. Pero, sepan señores, yo no hago milagros ni regalo calificaciones. ¿Está claro? -preguntó el profesor. A falta de respuesta, él asumió que había quedado claro. -Bien, una vez aclarado eso, bienvenidos a Física 101. ¿Alguno de ustedes puede recordarme las tres leyes de Newton? -preguntó. Un silencio sepulcral se apoderó de la sala. Tras unos instantes de silencio, E.J. levantó tímidamente la mano, a lo que el profesor le dio la palabra y le indicó que se levantara.

-Bueno, la primera ley dicta que todo objeto permanecerá en reposo o en movimiento hasta que una fuerza contraria sea aplicada. La segunda ley establece que a toda acción corresponde una reacción de la misma magnitud en sentido inverso. Y la tercera ley dicta que si la rapidez y dirección de un objeto cambian, su velocidad también se verá alterada. Hay cierto debate entre el orden de las leyes, pero esas son las tres- respondió E.J. Todas las miradas se centraron sobre él.

- Correcto, señor...- pausó el profesor.

-Perkins, señor- respondió E.J. antes de volver a sentarse. Teddy le dio unas palmadas en el hombro. Había iniciado bien su primer día. Tras esa, y otras tres clases, finalmente tuvieron un descanso. Y lógicamente, el estómago les rugía. Una vez en la cafetería, y con su comida en mano, ambos buscaron una mesa donde sentarse, y afortunadamente encontraron una vacía.

-Diablos, si así es el primer día del primer semestre, no quiero ni imaginar lo que será el último semestre- comentó Teddy mientras engullía su ensalada.

-Y que lo digas. Hace años que no me dolía la mano por tomar tantas notas- respondió E.J. Ambos se centraron en su comida, o eso fue hasta que alguien azotó su bandeja contra la mesa. Ambos miraron al sujeto. Un tipo alto y fuerte con un jersey del equipo de futbol americano de la escuela.

-Novatos, ¿qué creen que están haciendo? -cuestionó el sujeto mirándolos a ambos. .esta es mi mesa, y no recuerdo haberlos invitado a sentarse conmigo- dijo el sujeto, casi amenazándolos. Teddy ya estaba recogiendo su bandeja, para cambiarse de mesa.

-No veo que tenga tu nombre- respondió E.J. sin siquiera voltear a verlo. El sujeto al principio parecía descolocado por haber sido desafiado. Teddy miraba a su amigo con pavor, como si no estuviese consciente de la pared humana que los amenazaba.

- ¿Disculpa, qué dijiste, imbécil? -cuestionó el sujeto enojado y molesto.

-Lo que escuchaste. ¿O acaso además de estúpido, eres sordo? -respondió E.J. finalmente volteando a verlo. En ese momento, más gente los volteó a ver. El sujeto estaba muy descolocado. Dejó su bandeja y tomó a E.J. por su camiseta, para verlo a los ojos.

- ¿Conque eres muy valiente, no es así, ramita? ¿Qué te parece si te doy un regalo de bienvenida? -amenazó el sujeto cerrando su puño y mostrándoselo a E.J.

-Yo en tu lugar, miraría detrás de mi- respondió E.J. con tranquilidad. El tipo no se lo creyó, hasta que sintió la mano del guardia en el hombro.

- ¿Hay algún problema? - preguntó el guardia. El sujeto soltó a E.J. y resopló, indignado. Todos miraban a E.J. pasmados, mientras este sólo regresaba a sentarse. Fue recibido por la conmocionada mirada de Teddy.

- ¿Qué? -preguntó E.J. como si nada.

-Ahora sé por qué necesitas el inhalador. A mí también me faltaría el aliento si tuviera que cargar semejantes bolas- bromeó Teddy. Ambos rieron ante el comentario y siguieron comiendo.

Asalta cunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora