Angela estaba muy nerviosa. Había pasado casi una semana desde la fiesta y no había vuelto a hablar con Ethan. Habían acordado verse en el primer partido de baloncesto de la temporada. Pero, si el ambiente era el mismo de siempre, no tendrían oportunidad de hablar en lo absoluto. Angela había llegado unos diez minutos antes de que empezara el partido, y la gente ya había llenado la cancha. Ethan ya estaba ahí, simplemente contemplando el vacío.
-Llegaste temprano- dijo ella sacándolo de sí mismo. Él la miro feliz, aunque con la misma inquietud que ella: ¿cuándo podrían hablar? Se sentó a un lado de él, de forma algo incómoda, pero esa sensación se desvaneció al ver que él no parecía estar preocupado por las cosas entre ellos. - ¿Estás listo para tu primer juego en La Selva? -preguntó ella cambiando su tono.
-Me dijiste que estos partidos son únicos- respondió E.J. con voz algo tímida, pero acogedora.
-Oh, sí que lo son. No tienen comparación. La mejor cancha de baloncesto colegial de todo el país- agregó Angela. Sarah y Teddy llegaron a sentarse con sus amigos, junto con gente que recién ocupaba sus asientos. Finalmente, la cancha estaba llena y los jugadores ingresaron.
***
Afuera se escuchaban los cantos de la gente. La Selva estaba encendida y Luke lo sabía. Otra temporada más en la que daría su ciento diez por ciento. Contemplando el interior de su casillero, dio un último vistazo a la fotografía que tenía. Un tesoro...que lo guiaría siempre. Finalmente lo cerró y se dirigió hacia la puerta, pues venía su gran entrada.
- ¡DAMAS Y CABALLEROS! ¡LA SELVA ESTÁ QUE ARDE! -exclamó el animador a través del micrófono, haciendo que la gente enloqueciera aún más. -Esta tarde, así es, han oído las leyendas, conocen los mitos, se saben las historias. El jugador con la mayor cantidad de asistencias, anotaciones, rebotes y juegos jugados. Dos veces ganador al Jugador Más Valioso. ¡DAMAS Y CABALLEROS! ¡CON EL NÚMERO 17! ¡EL REY DE LA SELVA...EL LEÓN LUKE SLATER! -exclamó. La gente entonces, hizo su trabajo: al unísono, todos rugieron, dando paso a Luke saliendo de los vestidores. En cuanto puso un pie fuera, la multitud hizo erupción. Luke sentía esa intensidad. Por la gente y por el orgullo de su uniforme. El rojo y amarillo de los Leones lo portaba con todo orgullo.
Después de la ensordecedora recepción, los dos equipos de reunieron por separado para planear sus estrategias.
-Muy bien, señores. Primer juego, hay que hacer impacto. Vinimos a ganar y a ganar solamente. Empezaremos suave: táctica quince. Pete por derecha, Cory en el centro, yo por izquierda. Mac y Alan atrás de la línea de tres puntos, ¿hecho? -comandó Luke a los otro cuatro jugadores. Todos asintieron y sonrieron, listos para jugar. -Denme un rugido, manada- dijo Luke poniendo su puño en el centro del círculo. Sus compañeros lo siguieron y los cinco rugieron.
El juego comenzó, y como era costumbre, La Selva dio el ambiente perfecto. Cuando los Leones atacaban, la gente explotaba y animaba. Cuando los contrarios siquiera tocaban el balón, todos abucheaban o se quedaban callados. Luke, como de costumbre, brilló. Defendiendo, atacando, moviendo el balón, partiendo a la defensa de su rival. Todos admiraban el estilo de juego tan versátil y preciso de Luke, pero en particular, Teddy. No podía quitarle los ojos de encima, y no sólo por su devastador físico, sino por su seguridad. La forma en la que daba las órdenes a sus compañeros, su tenacidad. "¡Que hombre!" pensó Teddy.
El partido se fue esfumando poco a poco, hasta que el árbitro dio el silbatazo final, y como era de esperarse, la victoria fue para los locales.
- ¡Se terminó, amigos! ¡Victoria de los Leones sobre los Delfines, 102 a 97! ¡Que se escuche el rugido de la selva! -exclamó el presentador, y nuevamente, se escuchó el rugido de la afición. Luke, cansado y empapado en sudor, se paró en medio de la cancha y contempló a su fanaticada para hacerles una reverencia, como muestra de agradecimiento por su apoyo, para finalmente dirigirse hacia los vestidores. Ethan y Angela decidieron levantarse para regresar a los dormitorios, mientras que Teddy decidió quedarse a esperar a Luke. Fue a la entrada de los vestidores y se quedó ahí recargado en la pared. Los demás miembros del equipo iban saliendo, listos para ir a celebrar su victoria. Teddy los observaba con tranquilidad, pero entre ellos, no vio a Luke.
Aún se veían las luces del vestidor encendidas. Al ver que no había nadie más, Teddy entró al vestidor. Al entrar, contempló los casilleros del equipo. Cada uno con el número y el nombre del jugador. El casillero que estaba justo en medio de los demás tenía el número 17 y la leyenda "L. Slater". A diferencia de los demás, el de Luke estaba conservado. Como si la pintura fuese repasada de cuando en cuando. ¿Tanto respeto le tenían?.
- ¿Puedo ayudarte? -preguntó Luke, sacando a Teddy de su burbuja. Este se giró, con el corazón a tope, y se le aceleró aún más cuando vio que Luke estaba atándose el cabello recién salido de la ducha. Lo cubría tan sólo una toalla blanca, pero su abdomen de acero estaba al descubierto al igual que sus pectorales. Al notarlo, Teddy se volvió a dar vuelta, trojo como tomate y sintiendo que le faltaba el aliento.
-Yo...sólo quería hablar contigo... y...bueno...-balbuceó. No sabía qué decirle después de haberlo visto así. Pero, como en el partido, Luke se adueñó de la situación y rio tranquilamente.
- ¿Por qué no me esperas afuera del vestidor mientras me pongo algo más presentable? -sugirió Luke entre risas. Teddy se cubrió los ojos y asintió para luego salir a toda prisa del vestidor. Una vez estando afuera, sacó su inhalador para tenerlo listo en caso de que le diera un ataque de asma. Vaya tiempos los suyos. Después de un par de minutos, Luke salió, ya con pantalones, camiseta y chaqueta puestas. Aún así, Teddy no podía borrar la imagen de su mente. Y no quería borrarla. -Bueno, después de ese momento tan ostentoso, ¿por qué no vamos por un café? -ofreció Luke.
***
Angela e Ethan se mantuvieron en silencio durante todo el camino de regreso a los dormitorios. Ninguno sabía qué decir, pero sabían que tendrían que hablar tarde o temprano. Al llegar a la entrada del edificio, Angela se plantó justo frente a él y contempló sus ojos.
-Ok, creo que tendré que ser la adulta aquí- dijo ella con determinación. E.J. la miró y entendió que era hora de aclarar las cosas. -Creo que no es sorpresa que aquí hay algo. Lo que no sé, es qué es- comentó ella con un poco de nerviosismo en su voz.
-Yo siento lo mismo, pero, honestamente creo que ninguno de los dos estaba listo para afrontarlo aquella noche- respondió él. Angela cambió su expresión a una mucho más vulnerable. Tenía razón. Esa noche no estaba lista, y ese día...quería creer que lo estaba.
-Quizás...quizás si literalmente acordamos un día para hablar de esto. Como últimamente hemos estado siguiendo horarios y agendas tan rigurosamente, quizás esto nos ayude a centrarnos sólo en ello- sugirió ella con una amable sonrisa en el rostro. E.J. sonrió de forma tierna y asintió. Ambos sacaron sus teléfonos y apuntaron el día. El viernes que venía a las 8 en el café de siempre. Tras despedirse, ahora mucho más tranquilos, E.J. subió a su habitación, feliz de que finalmente podría sentarse a hablar con Angela, cosa que no hacía hace años.
Al entrar, el recepcionista lo detuvo y le entregó un paquete que había llegado para él. No decía quién lo había entregado. Al llegar a su cuarto, se sentó en su cama y abrió la caja. Adentro, estaba el nuevo álbum de su banda favorita, autografiado por todos los miembros. Ese disco apenas acababa de salir, y además, las ediciones firmadas tan sólo eran 100. Y costaban una fortuna. Debajo del disco, había una nota en un sobre. La abrió y comenzó a leerla.
"Querido Ethan Perkins,
Un pajarito me contó que realmente ansiabas este disco. Considéralo un adelanto. Pero, ¿un adelanto de qué? Seguramente esa es la pregunta que te estás haciendo ahora mismo. Y no te preocupes, prometo darte una explicación apropiada de esta situación. Si te interesa conocerla, veme en la dirección que viene en la parte trasera del sobre a las 7:45 el próximo viernes. Te estaré esperando con ansias.
Sinceramente, Jennifer Simmons"
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Asalta cunas
RomansaE.J. es un novato en la universidad, Angela es su estudiante guía. Todo normal, pero, ¡Ella era la niñera de él! ¿Coincidencia? Es lo que sabremos...