Capítulo 11: Lazos

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-E.J., ¿verdad o reto? -preguntó uno de los chicos del círculo tras girar la botella. Había sido testigo de todas las preguntas y retos incómodos de los demás, pero ahora era su turno.

-Emm... ve-verdad- respondió tímidamente. Sabía que estaba sonrojado, y probablemente sudando, se llevó discretamente la mano hasta el bolsillo donde tenía su inhalador, por si acaso.

- ¿Si tuvieses que darle un beso a una de las damas presentes para salvar tu vida, ¿a quién sería y por qué? -preguntó el sujeto. La tensión y el morbo aumentaron el ambiente. Su mirada se cruzó con la de Angela, exactamente igual que hace unos minutos. Ella estaba roja de la pena y hacía lo posible por no verlo a los ojos, pero el contacto visual ya estaba hecho.

-Pues...- E.J. dudó mucho qué respuesta dar. Si elegía a cualquier otra chica, sabía que haría sentir mal a Angela, por lo que ella había dicho sobre quién le parecía el más atractivo. Y si elegía a Angela, los fastidiarían con eso hasta la graduación. -Creo que sería...Angela...-respondió muerto de pena. Al igual que antes, nadie perdió tiempo en comentar al respecto.

Angela y él volvieron a mirarse y ambos estaban muertos de vergüenza y sintiéndose cohibidos por lo sucedido. E.J. comenzó a respirar con pesadez y se llevó la mano al pecho sintiendo como como le faltaba el aire. Se levantó con la excusa de que iba al baño y salió a toda prisa dela habitación, rumbo a la terraza de la parte superior. Se recargó en el barandal, entre tosidos y con un dolor en el pecho, intentó recomponerse. Sacó su inhalador y tomó una dosis, sintiendo como su respiración se calmaba.

- ¿Estás bien? -preguntó Angela, apareciendo junto a él. Se veía preocupada. Ella jamás había estado presente cuando tuvo un ataque de asma, lo cuál era curioso. E.J. asintió aun con el corazón acelerado. -Si ya no quieres jugar, está bien. No te preocupes por lo que digan ellos- reafirmó ella poniendo su mano en la de él.

-No es eso...es lo que ellos dijeron. Es lo que nosotros dijimos...-respondió él para luego mirarla con una mezcla de inocencia y aceptación. Ambos lo dijeron, aunque hubiese sido por la presión de toda esa gente, sus miradas hablaban por sí mismas: sus palabras eran ciertas. -Es decir, lo que dije ahí adentro...realmente lo creo. - agregó Angela se quedó helada. No sabía que debía hacer o decir.

-Honestamente...yo también. Es decir, hace años jamás lo hubiese podido decir. Eras como un hermano menor para mí, pero...creo que eso ha cambiado- dijo ella. E.J. le sonrió, con mucho cariño. Ella lo rodeó con los brazos, apoyando la cabeza en su hombro. -Sabes, si alguien me hubiese dicho que estaríamos así hace ocho años, lo hubiera llamado loco- dijo ella. Ambos rieron ante eso, porque era la realidad, pero la pregunta era la misma: ¿qué eran? Algo era seguro: no habría una respuesta sencilla, pero no tenía prisa de averiguar la respuesta.

-No quisiera arruinar el momento, pero, no me siento muy bien. Quizás deba regresar a mi dormitorio- dijo E.J. llevándose la mano al pecho. Su ataque de asma si le había amargado la noche.

-No te preocupes, no es algo que puedas controlar. ¿Quieres que te acompañe de regreso? -preguntó ella de forma tierna y compasiva.

-No, estaré bien, gracias. En serio. Tú quédate y síguete divirtiendo. No quiero amargarte el resto de la noche- respondió él, tratando de sonar lo más amable posible. Ella le sonrió y le dio un último abrazo antes de verlo dirigirse hacia las escaleras. Angela se quedó en la terraza, mirando hacia la fiesta, que no reparaba en la presencia de estos dos, para luego mirar al cielo y contemplar las estrellas. No sabía que sucedería entre ella y E.J. pero estaba segura de que quería estar ahí para él. Era lo único que sabía con certeza...

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