Capítulo 8: La Profesora.

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E.J. pensó que siendo un buen ciudadano se salvaría de ser interrogado, pero estaba equivocado. Sarah, Luke y Teddy les arrojaban a él y a Angela pregunta tras pregunta. Se los comían vivos. ¿En serio pensaban que se gustaban? Qué locura...sí, locura...

Al día siguiente, Teddy e E.J. volvieron a salir temprano, rumbo al edifico de ciencias humanas mientras conversaban-

-Te lo digo en serio, E.J. Hay química entre Angela y tú- comentó Teddy mientras iban caminando. -Ni siquiera en Breaking Bad había tanta química- bromeó. E.J. seguía dudando de ello. Después de todo, si tanta gente lo decía, podría ser cierto. O no. No lo sabía.

-Bueno, tú parecías más interesado en Luke. Se notaba que querías conversar más con él- respondió E.J. Teddy se sonrojó un poco y miró hacia el cielo con ilusión.

-Es un bombón. Me pregunto si tendrá novia- comentó Teddy. E.J. lo miró con curiosidad y un poco de asombro, pero sin prejuicio. No era necesario hablar. El comentario estaba ahí: "no sabía que eras gay". - ¿Qué? El hecho que sea gay no quiere decir que lo grite a los cuatro vientos o que cargue un arcoíris por todo el campus. Ni que fuera Nyan Cat- bromeó y ambos rieron.

Una vez en el edificio, se separaron, pues la siguiente era una de las clases que no tenían juntos. E.J. encontró su salón, y al entrar, notó que este era mucho más pequeño que los demás. Tenía pocos pupitres y estaban más separados entre sí. Había un solo pizarrón detrás de un escritorio y había varios libreros a los costados.

Tras unos minutos, llegaron los demás estudiantes y una vez que el salón estuvo lleno, la puerta a un lado del pizarrón se abrió y emergió la profesora. Una mujer de cabello rojo escarlata y unos grandes y finos ojos turquesa. Era una mujer extremadamente atractiva en cuerpo y rostro. Todos, incluidas las demás alumnas, no pudieron evitar verla con asombro. O lujuria.

-Buen día a todos. Soy la profesora Jennifer Simmons. Ustedes sólo se referirán a mí como Srta. Simmons o Profesora Simmons. ¿Quedó claro? - preguntó de forma muy seria. Hasta su voz era cautivante y elegante. -Esta clase sólo se aprueba de una forma: si prestan atención, entregan los trabajos en tiempo y forman y dan el ciento diez por ciento. No hay pases gratuitos, ni "tratos". Que les quede claro. Ahora, como muchos de ustedes sabrán, esta es la clase de Historia Avanzada. Están aquí porque son la créme de la créme. Lo mejor de lo mejor, así que espero mucho de ustedes- dictó la profesora. E.J. apenas hacía memoria. Jennifer Simmons era una reconocida historiadora. Libros, tesis, ensayos. Tenía fama a nivel nacional. Y por lo que había escuchado, le pagaban una fortuna.

A diferencia de los demás profesores, la Srta. Simmons no hizo preguntas básicas. Entregó a cada alumno cinco hojas en blanco con una sola instrucción: "escribe un ensayo acerca de cualquier evento histórico de tu elección. Debe tener introducción, mínimo cinco argumentos distintos y un cierre". Sí que era una prueba. Les dio una hora para hacerlo. Terminado ese tiempo, pidió que entregaran los ensayos e hizo a los alumnos esperar afuera. Luego, uno a uno los llamó al salón para hablar en privado. Vaya, sí que era una sádica.

E.J. fue el último en pasar. Cada estudiante que entraba y salía era un gramo más de nerviosismo para él. Metió la mano a su bolsillo para buscar su inhalador, previniendo un ataque de asma debido al estrés. Cuando finalmente lo llamaron, E.J. tomó asiento en la silla indicada, justo frente a frente con la profesora. E.J. tragó saliva, mientras jugueteaba con sus sudorosas manos. La profesora terminó de leer el ensayo y lo dejó sobre el escritorio, para después quitarse los anteojos y atravesar a E.J. con la mirada.

-Entonces, Sr. Perkins. Un ensayo acerca del por qué de la caída del imperio otomano en plena Gran Guerra. Osado. Poco ortodoxo, pero sus argumentos, sus evidencias, incluso su forma de escribir fueron...fascinantes. En mis quince años como profesora en esta universidad, pocas veces he visto algo así- comentó la profesora. E.J. sintió como si le acabasen de quitar un enorme peso de encima. Se sentía tan aliviado. -Si este es el nivel habitual de sus trabajos, me alegrará tenerlo como alumno- comentó, esbozando una sonrisa por primera vez. E.J. asintió y agradeció de forma humilde. Se estaba ganando su lugar en el campus. Tal y como quiso hacerlo antes.

Asalta cunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora