Capítulo 14: Ofertas

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La semana volvió a transcurrir a prisa. Sin siquiera notarlo, ya era viernes. E.J. iba de camino a su habitación, nervioso por dos razones. La primera y la más importante: hoy finalmente aclararía las cosas con Angela. Segunda, y algo aterradora: hoy también arreglaría las cosas con la Srta. Simmons. No acababa de entender qué significaba el disco, ni tampoco qué explicación le darían.

Mientras se alistaba para su cita, meditó bastante sobre qué hacer. Había optado por contarle a Teddy lo sucedido con Angela, pero no con el paquete. Había una diferencia de tan sólo quince minutos entre cada uno de sus pendientes. Sabía que si se apuraba y maximizaba el uso de su tiempo, podría llegar a ambos y resolver ambos asuntos. Era un buen plan.

Se duchó lo mejor que pudo, se cepilló los dientes durante casi cinco minutos, se rasuró, se echó colonia y se vistió con su ropa favorita. Pensó en usar aquella camisa negra, pero quería llegar con Angela siendo lo más auténtico posible. Se puso una camiseta azul debajo de su sudadera negra, que usaba desde los quince años. Unos jeans negros y sus converse. Se miró al espejo y se sonrió con confianza.

Una vez que estuvo listo, fue a su closet y sacó el sobre, donde venía el lugar de encuentro con la Srta. Simmons. Parecía estar a unos minutos del campus, alejado de cualquier ojo conocido. Suspiró mientras su mente repasaba todas las posibilidades, pero, divagar no le daría la respuesta que buscaba.

Decidido, salió de los dormitorios y caminó hacia la entrada del campus. Llamó un taxi y le dio la dirección. El viaje fue rápido, al igual que el cambio del panorama. Aquella zona de la ciudad era lujosa. Había rascacielos llenos de luces y se respiraba ese ambiente de exclusividad. El taxi se detuvo frente a un lujoso restaurante, el cuál era el de la dirección. E.J. tragó saliva y bajó del auto. Entró, muy nervioso y sintiéndose fuera de lugar.

-Buenas noches, caballero. ¿Puedo ayudarlo? -saludó el recepcionista con un elegante acento. - ¿Tiene usted reservación? -preguntó. E.J. respiró profundo y tragó saliva.

-De hecho...creo que ya me están esperando...-respondió el muchacho, nervioso. LE hizo una seña al recepcionista para que se acercara y poder decirle algo de forma un poco más discreta. -Me invitó la Srta. Simmons -susurró el muchacho. El recepcionista entendió de inmediato y le indicó que lo siguiera.

Tras subir hacia la planta alta del lugar, lo llevaron a una terraza, donde había un par de mesas, pero ninguna estaba ocupada. Sin embargo, las luces estaban encendidas. El recepcionista indicó que aquel era el lugar al que venía. Tras decirlo, regresó por donde vino. E.J. estaba temblando, y lentamente se acercó a la terraza.

-Sabía que vendrías...- dijo la Srta. Simmons sentada en la mesa de la esquina. Cuando E.J. volteó hacia a ella, estuvo a punto de perder la cabeza. Iba vestida con un vestido negro perfectamente escotado y con la espalda descubierta. Sentada, cruzando sus piernas que se veían firmes y suaves al tacto. En su rostro apenas había maquillaje, ya que claramente no lo necesitaba. Su labial rojo, combinado con su cabello atado en una coleta, resaltaba sus bellos ojos. E.J. estaba boquiabierto y sin palabras. -Ven, acércate. No seas tímido -lo invitó. Él se acercó a la mesa, temeroso. Se sentó frente a su profesora, sin ser capaz de procesar lo que veía.

Ella tomó su copa de vino y le dio un sorbo, sin quitarle la vista de encima a su alumno. Ninguno decía nada, pero se contemplaban mutuamente. La Srta. Simmons parecía no parecía sentirse avergonzada de verse así frente a su alumno. E.J. sabía que no tenía nada de malo vestirse así, pero definitivamente contrastaba con su forma de atender a las clases.

-Imagino que sabes por qué te traje aquí, ¿no es así? -preguntó ella, rompiendo el silencio finalmente.

-Esto...yo...- balbuceó E.J. No sabía qué decir. Estaba tan desconcertado.

-No tienes que responderme. Sin embargo, yo sí tengo un par de explicaciones que darte...Ese regalo que te envíe, fue tan sólo una muestra de lo que podría esperarte. -explicó ella de forma casi seductora. -Verás, Ethan. Puedo llamarte así, ¿verdad? Cuando nos conocimos, detecté una vibra especial en ti. Jamás había tenido un alumno del que percibiera eso. Y cuando entregaste tu ensayo y conforme te fuiste desenvolviendo en estas semanas, me di cuenta de que dentro de ti guardas tanta inteligencia, audacia mental, y una madurez que es difícil encontrar en muchachos de tu edad. Eres tan auténtico y transparente, además de que eres muy atractivo, aunque tu no te des cuenta. Te tengo una propuesta, una que estoy segura, no podrás rechazar -explicó ella. Él la observó y tragó saliva.

-La...la escucho- respondió E.J. Seguido de eso, la Srta. Simmons se inclinó un poco sobre la mesa, clavando su mirada fijamente en los ojos de E.J.

-Una mujer como yo requiere buena compañía, y creo que tú puedes ser esa buena compañía. Sal conmigo. Iremos a restaurantes lujosos como este, viajaremos de vez en cuando, y pasaremos tiempo juntos...a cambio, tus caprichos, como el disco que tanto ansiabas, o tus novelas gráficas, las tendrás sin chistar -explicó ella. mientras acercaba su mano a la de él. E.J. entendía lo que le proponían, pero no estaba seguro de qué decir. No podía negar que se sentía tentado por la propuesta y, siendo honesto consigo mismo, la Srta. Simmons no era alguien despreciable. Estaba confundido, y tras ver la hora, estaba confundido y apresurado, así que tenía que sacarse una excusa.

-Yo...honestamente no sé qué responder -replicó E.J. con algo de nerviosismo. - ¿Podría darme algo de tiempo para pensarlo? -agregó. La Srta. Simmons asintió confiada, casi asegurando que obtendría el sí como respuesta.

-Tómate el tiempo que quieras, Ethan. No iré a ningún lado, después de todo- respondió ella regresando a su postura inicial y bebiendo de su copa. Seguid de eso, E.J. asintió y se retiró apresurado, pues le quedaban tan solo cinco minutos para llegar con Angela. Tenía que volar...

Asalta cunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora