Capítulo 5

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Cassiel Grace

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Cassiel Grace

—Debemos decirle lo poderosa que es antes de que cumpla Sentinam o se va a asustar —dije pasando una mano por mi rostro—, debe saber que es la más poderosa y alguna que otra de sus capacidades, pero no más de ahí.

Ambos Elementales asintieron, de acuerdo conmigo. Llevábamos un par de horas planeándolo todo.

Julian y yo ya habíamos ido a entrenar, debo decir que no fue tan malo, excepto por sus comentarios fuera de lugar y otros tantos que me molestaron, pero nada del otro mundo. Sigue siendo algo insoportable para mí, pero puede que no sea del todo desagradable su presencia.

Luego de un rato más de conversar sobre nuestros planes para hacerle saber a Claire sobre todo, la reunión como tal ha terminado.

—Cass, ¿Le avisaste a tus padres que te ibas a quedar aquí anoche?, me escribieron una nota hace días, diciendo que no les habías dicho nada la otra vez —las palabras de Eloy me dejaron paralizado. Miro a Julian de reojo que me mira, esperando mi respuesta de niño bueno que sí se porta bien e hizo lo correcto—. Dijeron que estaban preocupados por ti, y la discusión que tuvieron, no sé de qué se trate, pero, ¿Todo bien?

—Lo estaría si ellos fueran mis padres —miré unos papeles sobre la mesa y me hice el ocupado, revisándolos, aunque realmente es para no verlo a la cara—. Y la respuesta a tu pregunta, es no, no les avisé.

Levanté la mirada y me miró a los ojos, había dureza en ellos. Eloy aparte de ser mi amigo y mano derecha, me trata como si fuera su hermano menor, y en ocasiones como estas, se pone pesado.

—¿Quién es? —pregunta de repente y trago con dificultad porque sé de lo que habla.

—No sé a qué te refie...

—No lo evites y dime —pidió con fuerza en su voz. Miré a Julian nuevamente, esta vez en busca de ayuda, sé que él no me presionaría a decir nada—. No lo mires, él no te va ayudar. Hagamos esto rápido y sencillo, Aleksander —eso no sonaba como una petición, sino como una orden—, sólo dime quién es y lo mato, ¿Ves?, es así de fácil. Así que lo que te está haciendo se acabará, sólo tienes que decirme su nombre.

No dije nada, bajé la cabeza, pero seguí escuchando sus palabras, casi rogándome que le diga de quién se trata. Tanto que estuve a punto de decirlo, pero no tuve el valor suficiente de hacerlo.

Las lágrimas se acumulan en mis ojos por la rabia, por la impotencia, y el enojo hacia mí mismo por no tener la fuerza necesaria para decir un maldito nombre, el del chico que me hace tanto daño, el del chico al que tengo miedo de volver a ver.

Divina Eternidad {Elementales 1.5}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora