Capítulo 13

95 21 1
                                    

Julian Parker

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Julian Parker

Escucho unos golpes en la puerta de mi salón de clases. Dejo de golpear el saco de arena antes de dirigirme algo confundido a la puerta para abrirla y llevarme una gran sorpresa.

Me encuentro con Cassiel llorando, sus mejillas están empapadas, su rostro está rojo y se ve ligeramente enojado.

—¡Te odio! —gritó con la voz rota.

Eso me destrozó como no tenía idea que podía hacerlo. Vaya, al parecer él me importa más de lo que creía. Sé que me he estado comportando muy mal con él toda esta semana, pero no pensé que llegara a este punto.

Mierda, no pensé que dos palabras pudieran destruirme tanto y tan rápido. Y es que a veces no es lo que dices, sino la intención con la que lo haces.

—¡Te odio!, ¡Te odio!, ¡Te odio! —se acercó a mí y golpeó mi pecho con los puños cerrados, intenté abrazarlo, pero se separó, evitándolo—. Te convertiste en mi único amigo de verdad, en alguien que no me veía como un hermano menor, en alguien que bromeaba conmigo y me sacaba sonrisas. Tú te convertiste en la persona que me hacía olvidarme de todo lo malo que me pasaba —alzaba la voz cada vez más, sin dejar de llorar—. ¡Te he necesitado, maldita sea!, ¡Te he necesitado!

—Cassiel...

—¡Cállate, grandísimo imbécil! —me gritó—. Se supone que éramos amigos y los amigos no se dejan solos.

—Cassiel...

—¡No he terminado! —volvió a gritar, con la voz hecha nada—. A mí no me importa que quieras estar con mi hermana, no pasa nada, ¡Adelante!, pero por favor, no me alejes, no tiene sentido que me alejes.

—Cassiel...

—¡Que te necesito, maldición! —gritó y cayó de rodillas al suelo—. Necesito a mi amigo...

Me acerqué lentamente hasta donde estaba y me agaché para quedar a su altura. Extendí mis brazos hacia él, indicándole que se acerque. Él no perdió el tiempo y se acercó a mí.

Lo envolví en un fuerte abrazo, del que yo también estaba necesitado. Nosotros no solíamos abrazarnos, pero creo que ambos ya lo necesitábamos. A veces hay que dejar un poco el orgullo de lado.

—No puedo explicarte por qué, pero créeme que tengo mis razones —aprieto el abrazo y siento como sus lágrimas mojan mi camisón—, y en todas y cada una de ellas busco tu bienestar.

Él no se decidió a preguntar, y lo agradecí, porque no tengo intenciones de contarle que es que no quiero quererlo de otra manera que no sea de amigos. Si llego a sentir algo por él, voy a lastimarlo.

Divina Eternidad {Elementales 1.5}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora