Capítulo 4

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Sam.

En ningún momento me detuve a pensar cómo sería mi nueva habitación, pero debo decir que esto supera cualquier pensamiento o expectativa que hubiera tenido. Mi mente busca una palabra para describirla.

 Está bien, culpemos al asombro y mi obvio estado de shock. Primero fue la impresión de la casa, y ahora la de mi habitación. Vamos, cualquier se queda sin palabras.

 

 Moderno, esa es la palabra. Sus paredes son de un blanco y azul cielo, una gran cama llena de almohadas llamándome a gritos que me lance sobre ellas, un vestidor que suplica ser llenado, un baño con una bañera e hidroducha, un tocador que tiene anexo un espejo en el que me puedo ver completa, todo en mi cuarto es nuevo...Y aunque me joda aceptarlo, me encanta.

   Y, como en todo en la vida, cada vez que existe un encanto, algo lo rompe. Mi padre fue el causante esta vez.

-Espero que te guste, todo lo escogí personalmente.

 

Y ¡Boom! Bienvenida mi cara de sorpresa.

 Este hombre no se agota de sorprenderme,

A ver, entiéndanme. Henry Duncan con una revista ¿Escogiendo cosas para su hija? Se supone que eso lo hace su secretaria, no él.

 

-Ummm. – solamente murmuro, después cuando se me pase el enojo le agradeceré.

 Mi padre detiene su mirada en mí. Posiblemente estudiando mi reacción.

Me conoce, sabe que mi enojo me impide hablarle cómodamente, sin olvidarnos del orgullo, claro.

Asiente en mi dirección y toma suavemente el brazo de mi madre como señal de que deben salir.

Se despiden deseándome las buenas noches, dejándome por fin, en el que va a ser mi refugio de ahora en adelante.

***

 

  Un bostezo escapa inconscientemente de mi boca, así que saliendo completamente de mi asombro recojo mi maleta y la dejo en una esquina de la enorme cama.  Después de estrenar la bañera me calzo una de mis pijamas y observo detenidamente la habitación: El azul cielo destaca y contrasta de una manera cálida y sencilla con el blanco, dándole calidez al entorno, las cortinas son de un color azul- plateado metálico, y los ventanales y demás muebles son blancos con destellos plateados en puntos estratégicos. La verdad no hay mucho que cambiar, si mi padre escogió todo, lo hizo muchísimo mejor de lo que lo haría yo. Me acerco a mi ventanal y observo el exterior; es increíble la sensación de paz que me invade en este momento, es reconfortante. A pesar del largo día que tuve hoy, me demoro un momento observando la ciudad a la lejanía, ni siquiera sé en qué posición se encuentra mi estado de ánimo, pero tampoco quiero averiguarlo.

Un frio aire recorre mi cuerpo, pero no me muevo. Necesito esta tranquilidad y confort que siento.

Necesito un abrazo.

Pero, la gran pregunta es ¿De quién?

Siempre he soñado con tener alguien para mí. Que mueva cielo y tierra por mi mera presencia.

Sé que a lo mejor sonara dramático, y muy poco realista. Pero no quiero la toxicidad de una relación; quiero las risas y los juegos, las bromas y los besos, el sexo y el cariño.

Deseo con todo corazón pertenecerle a alguien en todas mis facetas, y que esa persona también me pertenezca.

Y puede que algún día lo consiga.

Amor sin medidas (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora