Es fascinante como el sentimiento al que llamamos amor toca nuestras puertas, con la propuesta de entrar en nuestra vida sin importar lo mucho que nos neguemos a abrirle o al simple hecho de aceptar que está ahí, esperándonos; dispuesto a hacernos llegar al cielo y con la mínima muestra de desinterés, arrebatarlo.
Aunque lo curioso de todo es que no importa lo mucho que neguemos a aceptar ese cielo o cuanto nos gustó ese maravilloso instante en que todo parecía ser perfecto, ya que no hace falta aceptarlo para ser plenamente consciente que nada es igual, porque todo cambió en el momento en que lo probamos.
Ese amor es tan similar a una droga de la cual nos volvemos adictos, atormentando con el recuerdo de los momentos pasados en ese lugar y con esa persona en especial, haciéndonos dar cuenta de ese tesoro que tuvimos pero que de alguna manera u otra, perdimos.
Esta es mi historia, la cual viví con la persona menos pensada, aunque eso fue lo mejor de todo; supongo que así quería el destino, quería darme una historia de amor para enseñarme que nada es eterno, que para tener las cosas que quieres debes luchar y arriesgarte, pues eso es el amor: un juego, un laberinto, un reto, un campo de batalla. Donde debes confiar, cuidar, arriesgar, proteger, respetar, y lo más importante y esencial, amar.
Una vez leí que debes amar sin miedo a ser traicionado, aunque sin darle prioridad al que nunca te ha visto como una.
No importa cuánto niegues una relación o el simple hecho de una conexión, porque precisamente es la que más importante se hace; siempre decía que en mí vida sería amiga de alguien como él, y es ahí donde el destino hace sus jugadas.
¿Perfecto? No, ninguna relación lo es, y esta no sería la excepción; aunque el momento, el lugar, la persona, hacen que así se vea. Personalmente nunca lo creí, pero después de conocerlo solo me bastaba su sonrisa para saber que no había nada mejor, una mirada suya y todo se arreglaba, y desde la primera vez que lo descubrí supe que sería mi paraíso y en algún momento, mi infierno.
¿Miedo? Sí, claro que da miedo, no necesitamos admitirlo para saber que el amor nos vuelve vulnerables, débiles, cambiando nuestra perspectiva de ver el mundo. Esto yo misma lo confirmé, y a pesar de sentir ese miedo con él todo parecía surreal, perfecto, la etapa del enamoramiento haciendo efecto. Luego viene un choque de realidad y es cuándo las cosas se colocan un poco difíciles.
Eso también lo aprendí.
Como en cualquier historia de amor hay errores, problemas, dificultades; los míos no eran ni más ni menos que otros, pero ayudaron para convertirme en quien hoy digo orgullosamente cuál es mi mejor versión.
Todo fue gracias a la influencia que él tenía en mí. Estar con una persona que te motive a mejorar cada día, que entienda tu lenguaje de amor, que te respete como persona y pareja, que te ame incondicionalmente y te apoye, eso te cambia. Su energía me atraía porque sabía que había más, y simplemente me fui enamorando cada día, con cada mirada, palabra o acto que hacía, me enamoraba de los pequeños momentos sencillos que compartíamos, de cuando me mostraba quien, y como era realmente, me enamoré perdidamente de todo y cada parte que de él se tratara.
¿Complicado? Lo fue, él lo era, pero poco a poco lo comprendí todo; su actitud, su forma de actuar, de pensar, de sentir. Al fin descubrí que no era algún espécimen raro entre tantos, ni uno más del montón. Era solo un hombre que tenía miedo a sentir y que no creía que debía ser amado en todas sus facetas.
No sé si eres una persona cobarde, pero ojalá leas mi historia.
Las apariencias son solo el resultado de actos pasados. Pero realmente no son la esencia de la persona.
No juzgues si no al final. Te divertirás, eso te lo aseguro. Chris hizo tantas locuras por demostrarme las cosas que, hoy aun, no las creo.
Aunque debes saber que las mías fueron las mejores jugadas.
No hay nada más satisfactorio que demostrarle al cazador que su presa también tiene armas.
¿Te animas?
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Amor sin medidas (+18)
Fiksi RemajaLa vida tiene una manera inesperada para hacer sus jugadas. Samantha Duncan y Christopher Parker estaban a punto de descubrirlo. Cada uno llegaría para dejar patas arriba el mundo del otro, y lo que al inicio fue un claro duelo de titanes, se conv...