Capítulo 5

191 16 31
                                    

Chris.

Suena la alarma y maldigo internamente hasta que me levanto de la cama. Como detesto madrugar.

 No me gusta para nada, pero es mi sufrimiento personal cada mañana cuando me tengo que levantar para ir a la Universidad. Aunque ya estoy en el último año y no falta mucho para graduarme, cosa que agradezco, no creo que pueda soportar esto por mucho más.

  Me visto y bajo a desayunar; como siempre mi madre me recibe con una hermosa sonrisa.

Sara Parker es la mujer de la eterna sonrisa; sensible, educada, modesta, maternal, y con el corazón más grande del mundo. Todo lo opuesto a mi padre, Robert Parker que es un hombre de negocios; frio, impersonal, carente de emociones y con instinto protector medio.

  Me siento en la encimera de la cocina y mi madre me coloca el desayuno, me encanta que me cocine porque todo le queda delicioso. A pesar de tener 23 años mi madre me considera su pequeño niñito, no es que sea de mi agrado ese absurdo apodo, pero es mi madre, y es la única mujer que nunca me dejaría. Empezamos a hablar de varios temas ya que con ella son infinitos, a diferencia que con mi padre que por mucho nos soportamos.

  ¿Recuerdan que les dije que era maternal? Bueno, como cualquier madre quiere ver a su hijo feliz, y ella no deja de darme lata para que consiga una novia real, y deje atrás las amiguitas.

    -Y cómo va la búsqueda de la afortunada?

    - Mamá no hay ninguna búsqueda, ya te lo dije antes, estoy soltero y me apetece seguir así-replico rodando los ojos en un gesto dramático. Joder, ya hasta me parezco a ella.

   - Chris…. –me dirige una mirada severa. -A tu madre no se tuercen los ojos, y deja el dramatismo a un lado, sabes que solo me preocupo por tu felicidad. Me encantaría que tengas una novia que se preocupe por ti, y que tú lo hagas por ella; además, alguien debe calentar ese corazón que tienes.

  -Mamá, mi corazón está bien. Y dejemos ese tema, voy tarde adiós. - me levanto y la rodeo en un abrazo de oso con un beso en la coronilla. -Te quiero. -susurro.

-Yo también mi pequeño, cuídate.

  Salgo de la casa con una hermosa imagen de la sonrisa de la mujer más bonita que conozco.

 Me dirijo hacia mi coche; un Mustang coupe negro 1967, -el cual es mi tesoro personal- lo conseguí como una chatarra, pero con el tiempo volvió a ser lo que era; un grandioso carro. Ya en el asiento delantero me detengo a pensar un momento en la conversación con mi madre: una novia.

  No es que no me agrade la idea, me encantaría conocer a alguien que le guste algo más que mi físico y que le importe realmente, pero las chicas con las que he estado solamente son unas calientabraguetas porque de ahí, no pasan.

Supongo que llegara el momento de conocer a esa persona especial, y cuando ocurra no habrá nada que me detenga hasta conseguirla.

***

  De camino a la Universidad me detengo a recoger a mi mejor amigo: Alex. No vive muy lejos de mi casa, pero siempre llegamos juntos, ya sea en su coche o en el mío. Cuando llego ya está afuera esperándome, por lo que se sube rápido y arranco, aunque en el momento que me acuerdo de algo freno tan fuerte que Alex se da contra el tablero y su cabeza contra el vidrio.

Sin rompérsela claro.

Lastimosamente.

- Joder tío que porrazo me he dado. - Dice mirándome con el ceño fruncido y sobándose la frente, aunque no le hago caso.

Amor sin medidas (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora