Capítulo 1

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Sam.

Tristeza.
Es justo el sentimiento que me embarga en este momento.

Siempre tenía la idea que me iría de este lugar, que dejaría este pueblo para por fin conocer el mundo; pero no así, no de este modo, no dejando mi vida y parte de mi corazón en él.

Estos son la clase de momentos que marcan a las personas, un antes y un después detenidos en el tiempo, así cuando recordemos dichos momentos sabremos si fue una buena decisión, si dio buenos frutos y si no alteraría quien era.

                                                                                     ....

 -Súbete en el coche Sam que llegaremos tarde. – dice la irritada voz de mi madre, haciéndome presente en el aquí y ahora, perdiendo así el hilo de mis pensamientos.

Y eso hago, subo en ese coche dándome cuenta que estaba a punto de dejar toda mi vida ahí.



1 MES ANTES.

-Estás deslumbrante chica. -dice la que ha sido mi mejor amiga desde que tengo uso de razón, con la intención de tranquilizarme, lo que solo hace que me altere aún más.

-Claro, tú lo dices porque a ti no te espera una sala llena de gente esperando para felicitarte, besuquearte, y mostrarte una sonrisa más falsa que la de las muñecas Barbie- Le contesto en un tono de voz irritado y cortante.

Aunque justo en ese instante dirijo la mirada de forma inconsciente hacia el espejo observando mi reflejo; el vestido blanco que estoy usando se adhiere como una segunda piel resaltando así cada parte de mi cuerpo adecuadamente, el escote no es muy prominente ya que el encaje de esa parte hace que se vea sensual pero decente, un maquillaje suave pero que no deja a la vista todas esas pequeñas imperfecciones en mi rostro y estos tacones me hacen más alta de lo que soy. Si, con seguridad puedo decir que me veo bien.

- Estás cumpliendo 19 ¿Que esperabas? – Menciona ella, colocando los ojos en blanco, y justo en ese momento sé que está molesta.

-Sabes que yo no quería esto. – le comento, pero me arrepiento de forma inmediata maldiciendo mentalmente por ser tan bocazas.

 Felicidades Sam, tu solo sigue metiendo la pata hasta el fondo...

  Y tal como sabía que pasaría, mi muy increíble (aunque a veces fastidiosa mejor amiga) empieza a regañarme:

-Agradece que te los celebran, ya quisiera yo una fiesta como ésta o unos padres como los tuyos, que a pesar de vivir en Venezuela con esta situación se lo pueden permitir. -recrimina como por octava vez hoy. Odio que se sienta de esa manera, en parte estoy haciendo esto por ella, porque sé que sus padres no se lo podrían permitir, no ganan lo suficiente...

Los padres de Bethany (o Beth como yo la llamo) trabajan mucho pero el sueldo les alcanza para poco, como a muchos de los que por aquí viven. A diferencia de los míos, que tienen un trabajo bastante estable.

Así es aquí, un país con una maravillosa fauna y terrible economía, familias que luchan por sobrevivir y conseguir el pan cada día. Táchira es hermoso, pero como todo en el país esta situación lo cambió, solamente espero que todo mejore pronto.

  Estoy pensando en eso cuando ella me vuelve a llamar:

>>Y deja de perderte en otro mundo porque hoy te necesito aquí; así que disfruta y relájate, hazlo por mí ¿puedes? -Me ruega mirándome con esos ojazos que vuelven loco a cualquiera que la mire.

Amor sin medidas (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora