"Voces, piernas y navíos, pero nada es continuo."
Addison Pitts
Las frecuentadas calles de Nueva York.
Siempre era ese mi maldito problema.
Mi trabajo esperaba por mí todos los días de mi vida excepto los fines de semana. Era rutinario en mí tener que correr a través de tantas personas. Nadie pedía permiso ni tampoco existía la palabra "perdón" o "disculpa". Mis hombros después de cruzar esa avalancha de personas terminaban jorobados o caídos.
Esa mañana de noviembre fue distinta, en vez de ser unos "simples" hombros, resulto ser un pecho duro y fuerte. Fue como ir a ciegas en la oscuridad, y estrellarte con un muro de contención.
Eso sentí.
Mi cabeza latía con fuerza, moví mi mano hacia detrás de la cabeza, y un líquido se escurrió entre mis dedos. Al ver el color supe que era sangre, y algo estúpido paso al verla...
Me desmaye.
Al tratar de abrir mis ojos la luz me lo impidió. Cuando se lograron acoplar a la luz, una boca desconocida estaba sobre la mía, acerque mis manos a su cara y ejercí presión hasta que por fin cedió. Unos grandes ojos azules me contemplaban, su pelo castaño perfecto y una mandíbula plegada a su piel.
De la nada todo comenzó a desvanecerse, como si fuese de cristal o ceniza. Entonces comprendí que era un sueño. Un estúpido sueño que era perseverancia de lo "perfecto" y "no perfecto" de mi vida real.
En los cuentos de hadas se habla mucho de los "príncipes azules" pero alguna vez en tu miserable vida te has preguntado tan sola una vez:
¿Si existen fuera de un cuento de hadas?
Es una pregunta que toda chica alguna vez se tiene que haber realizado. Pero siempre llegamos a la conclusión real de que no existen, excluyendo a las chicas mimadas por supuesto. Esa conclusión a sido mi ley de vida y desde entonces a sido perfecta para mí. Para mi está científicamente comprobado que no existen los famosos "príncipes azules" en la vida real. Por tanto hace mucho más estúpido el sueño.
Mi mañana comenzó un tanto loca y complicada, debía de estar presente en unas fotos para la entrevista de hoy y aun no me las habían tomado. Me bañe, me vestí y cepille mi largo y castaño cabello. Agarre mis cosas y pedí un taxi para que me llevara al edificio donde trabajo. Me dirigí a la oficina principal, donde Greg mi "hermoso" jefe me esperaba con mala cara por mi hora de llegada.
—Estas tarde—miro su reloj y luego a mí—tienes 20 minutos de retraso.—suspire ante sus palabras y fabrique en mi mente una excusa valida que me sacara de este embrollo.
—Lo siento Greg he tenido unos días difíciles, ya sabes... cosas de chicas. —tal vez no haya sido lo más coherente que he dicho, pero es lo más creíble.
—En este momento para usted no soy Greg, señorita Pitts, para usted soy Sr. Johnson, su jefe. Y volviendo al tema, no me interesa recibir una clase de biología por su parte, favor retirarse y que esto no se vuelva a repetir. —dio por zanjado el tema retirándose a su despacho—que era el mas grande de la oficina, menudo idiota.—
Regresando a mi oficina principal, Amy ya ocupaba sus manos con un café expreso y en la otra un puñado de archivos. No espero a que me sentara para empezar a recitar mis citas.
—A la 12:50 tienes una cita ya pospuesta una vez con el Sr. Harold, ¿prefieres que la posponga de nuevo?—pregunto mi secretaria, chica alta, rubia y muy simpática.
—No, déjala en pie hasta nuevo aviso. Y Por favor debido a mi tardanza le pido que pospongas para la tarde la sección de fotos. Ah, y Amy puedes tomarte el resto de la tarde libre cuando realices todo. —le dije mientras empezaba a hurgar entre mi escritorio que dada la casualidad nunca encontraba nada. Que curioso.
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EL Club de Sexo
HumorQuien diría que la vida se basa en momentos rápidos y como viento desaparecen. Momentos que nadie más puede ver más que tú. Momentos tristes y alegres. Momentos de enojo e inseguridad. Esos y muchos más ocupan nuestro corazón y mente. Pero solo en u...