Capitulo 4 La redención

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"La adrenalina crucial para el placer."

Addison Pitts

Sentí la presencia de alguien más en la habitación, y mi pulso se aceleró. Aumentaba mi calor según respiraba más aceleradamente, me hacia allí de pie con los brazos pegados al cuerpo y las piernas muy juntas. En ese momento me arrepentí de lo que estaba haciendo. Pensé que podría actuar de manera normal, que podría vencer los miedos que me rodeaban. Pero no fue así, una mano se me acercaba, lo podía sentir.

—Quédate quieta, no te haré daño. — dijo el desconocido que ni siquiera me dejó verle. La adrenalina iba en aumento la podía sentir en el calor de mis venas.

— ¿Porque no puedo verte?— pregunte y tal vez allá sido la pregunta más estúpida que pude haber hecho. Pero quería respuestas. La intriga mataba.

—Es mejor con la intriga de no saber cómo soy, de que me imagines como desees. Es más excitante.—Hizo una pausa— ¿Es tu primera vez en esto?—me pregunto sutilmente. Me gustaba su voz era dulce pero a la vez siniestra, feroz, gruesa e impotente y detonaba dominio. Justo en clavo.

— ¿Por qué la pregunta?—le reproche a la defensiva, no quería parecer novata y tonta. Aunque al parecer era ambas.

—Lo noto en tu rigidez, en tu respiración y en tu vestimenta, nadie viene tan sexy y pulcra a la vez. Pero al mismo tiempo denotas agresividad, inocencia, dominio, sumisión y pasión. — susurro en mi oído, haciéndome tener escalofríos que me recorrieron todo el cuerpo.

—Sí, esta es mi primera "reunión" con un sujeto. — susurre lo suficientemente alto para que me escuchara.

—Entonces conejita hoy recibirás una especie de...—hizo una pausa respirando hondo, como si pensara sus siguientes palabras. — tutorial con práctica. Espero que llenes mis expectativas, chica curiosa.

Me sentía cohibida y acorralada, una cena que iban a devorar pronto y tal vez mas tarde a desechar. Pero tampoco podía negar que cada palabra que salió de su boca me llenaba, me saciaba y me hacía desear más. Era una especie de atracción, aunque no podía verlo podía imaginármelo como quisiera justo como él dijo, tampoco esperaba que fuera Superman con su capa, pero si un hombre que llenara todas mis expectativas exigentes; y que para una psicóloga no eran nada fáciles de llenar.

 De repente sentí que me tomo por los hombros y me giro, sentí su mano bajar por mi espalda descubierta. La otra mano estaba posada en mi hombro para bajar mi vestido. Estaba quieta como una pared, rígida como una roca, estaba inmóvil y petrificada, esta no era yo; esta era una versión de mi desconocida y no explorada por este tipo de circunstancias desde hace mucho. "Jamás" había experimentado algo como esto.

 Sus labios subieron hasta mi cuello, posando un beso lentamente allí, el área donde beso parecía querer arder y consumirse conmigo. Subió su nariz a mi pelo y aspiro, mientras bajaba la manga del vestido del brazo derecho. Movió su rostro y parecía que me estaba observando pero no podía saberlo, en el otro hombro siguió el mismo proceso que en el brazo izquierdo. Sentí el dulce rose del vestido bajar por mis piernas, mientras segundos después  cayo junto a mis pies. El frio que recorrió mi cuerpo mandó mil sensaciones en todas las direcciones, estaba allí parada en ropa interior frente a un hombre que no conocía.  Su dedo empezó a subir desde mi abdomen hasta mis pechos, dejando una lava creciente en mi interior. Una capa fría e incesante se posó en mis labios, y sin pedir permiso o perdón su lengua se dio paso, era caliente, gruesa y excitante, mientras  giraba en el entorno de mi boca.

Me estaba haciendo suya con solo un simple beso.

Me quería derretir en sus brazos, los miedos se estaban yendo, solo estaba quedando una sensación de apuro y avives.  Él tuvo razón al decir que la banda llenaba mucho la excitación por que moría porque me tocara más, tenía pavor y lujuria. Me estaba volviendo loca, quería ver quien me hacía sentir así después de tanto tiempo. Quería que me hiciera suya, que estuviera dentro de mí. Con solo un beso, logro lo que otros nunca habían podido obtener de mí.

—Hazme tuya— dije sin pensar. Y maldije para mis adentros tan pronto salieron las palabras. Yo propine un gemido y el parecía estar debatiendo consigo mismo, y un gruñido salió de él.

Él dejo de besar mis labios, sentí frío cuando los dejo. Una mano me tomo por la espalda, y la otra por las piernas. Me estaba cargando al hombro, y algo suave estaba debajo de mí ahora. La cama comenzó a hundirse. Tomo mis brazos por encima de mi cabeza y las aguanto. Entonces comenzó la lenta tortura. Con la otra mano comenzó a subir por mi pierna izquierda, su boca viajaba por mi pierna hasta llegar a la parte interior del muslo, depositando un beso muy cerca de allí. Me retorcía debajo de él, me gustaba la sensación de  sus manos en mi cuerpo. Mordió mi labio inferior, haciéndome jadear de placer.  Su respiración era más acelerada, más deseosa, más intensa.

—Me estas enloqueciendo, no quiero romper mis reglas, no me hagas romperlas—jadeaba más y más, roso su miembro allí y su erección gloriosa, me excitaba mas. Estaba demasiado cachonda, de hecho como nunca antes.—Quiero que grites mi nombre cuando te vengas. Pero eso está en contra de mis reglas, nunca debo de decir mi nombre a las desconocidas.—dijo entre jadeos, gemidos y gruñidos.

—Dímelo, ¡me estas volviendo loca!—introdujo un dedo allá bajo, y comenzó a dar giros, grite y grite como loca desquiciada. Pero las sensaciones eran enormes, eran el cielo.—¡Ahhh por favor! Recuerda no sé cómo eres, no puedo verte.—le suplicaba, una psicóloga suplicando por placer.

Solté mis manos de su atadura , y la baje hasta su trasero, lo apreté con fuerza, con ganas y el propino un gruñido más fuerte q los anteriores.

—Aaron, mi nombre es Aaron.—dijo gimiendo mientras le arañaba la espalda y me aferraba a sus hombros bien cernidos. Era fuerte, corpulento y definitivamente un adonis.

 Dije su nombre jadeando llena de placer de recelo de avistamiento de ardor y entonces me penetro, con fuerza, rudeza y lujuria. Una sensación de calor me forraba, me llevaba más y más a dentro. Era como una ola que me iba a arrastrar para llevarme consigo. Cada movimiento lo sentía más cerca, como si fuera una parte de mí. El gemía y gruñía tras cada investimento. Me conducía al éxtasis me llevaba justo al borde.

Iba a explotar, me removía debajo de él incontroladamente, iba a llegar. Era el cielo ante mis ojos. Y de repente me sentí vacía, todo se desplomo. Unas ganas de llorar inmensas me abarcaron y ni tan siquiera sabía el porqué.

—Sabes a lo que siempre soñé.— sus palabras eran aliento, mi respiración estaba fuera de sí. Y la de el también, mucho más acelerada por lo que podia escuchar.

—Sí...— Jadee aceleradamente. Se levantó de encima de mí y sentí que la cama abandonaba un peso.

—Procura no olvidarme jamás, porque yo no lo hare.—se escuchó desde la estancia pero más lejos, y pareció haberlo dicho con una sonrisa en sus labios.

El ruido de una puerta cerrándose llego a mis oídos. Estaba sola en la habitación, él se había ido.

—No lo hare...—Susurre.


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