Un día con la Dama Búho

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Di unos cuantos toques sobre la superficie de la puerta, y hecho eso, me quedé esperando hasta que cierta mujer de cabello canoso se dignara a abrirme

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Di unos cuantos toques sobre la superficie de la puerta, y hecho eso, me quedé esperando hasta que cierta mujer de cabello canoso se dignara a abrirme.

Tuve que meter mis manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta y encogerme un poco de hombros debido al frío que estaba comenzando a hacer, uno que dejaba muy en claro que ya estábamos en invierno y a vísperas de fechas navideñas. Ya casi podía saborear las benditas vacaciones de invierno, la deliciosa comida navideña que preparaba mi mamá todos los años y la reunión con los chicos para recibir el año nuevo en la pequeña colina de La Rodilla. Pero ahora habría una novedad: que estaría con la compañía de nada más y nada menos que Amity Blight, mi hermosa chica de cabello de algodón de azúcar.

Sin poder evitarlo una sonrisa boba se formó en mis labios. Sonrisa que se convirtió en una mueca al recibir de de lleno una oleada de aire frío en mi espalda, una que me causó un escalofrío y que castañeara los dientes.

Volví a tocar de nuevo la puerta con un poco más de fuerza eh insistencia, además de que me acerque mucho mas a esta, como si así me fuera a proporcionar mucho más calor. Acción de la cual me arrepentí al toparme de frente con la cara tallada del búho, una que entre más miraba daba la horrible sensación de que se saldría de su lugar en forma cilíndrica y gritaria "HOOT HOOT" a todo pulmón en mi oído.

- Amity tiene razón... -. Susurre con una mueca de desagrado - eres un tanto perturbador.

Sin más, aparte la vista de aquella imagen.

Mi oído se animo un poco cuando detrás de la puerta comencé a escuchar sonido de pasos arrastrándose así como uno que otro gruñido.

- ¿Quién es? -. Preguntó una muy molesta Eda.

- Venimos a hablarle sobre la Palabra del Señor -. Canturre con solemnidad y fingiendo la voz, haciendo todo lo posible por contener una pequeña risilla.

Se escucho un poco más de ruido detrás y finalmente la puerta fue abierta, dejándome ver a una Eda con su cabello gris todo enmarañado como si apenas se hubiera despertado, con pijama, pantuflas de conejo y cara de pocos amigos. Expresión que se suavizó un poco al ver que se trataba de mi, pero seguía estando seria.

-De no conocer tu voz, habría salido con mi cabeza de cabra negra -. Dijo sin inmutar su expresión.

- ¿Tienes una cabeza de cabra? -. Cuestione un tanto perturbada y asustada.

- No te preocupes, es falsa -. Tranquilizó con un movimiento despectivo de la mano y al fin dirigiéndome una expresión más relaja y una sonrisa socarrona - vamos niña, entra.

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