Agridulce

La calma después de la tormenta

La noche era fría y silenciosa, habrían de ser las 1 o 2 de la mañana, algunos pocos seguían despiertos, pero todos, sirvientes, invitados y familia estaban dormidos en esa mansión, así que nadie escucho cuando al dueño de la enorme casa, el señor Timberlake, llego en plena lluvia luego de horas de haber buscado a su amada y la que ahora por fin estaba en sus brazos, llegaron mojados, debido a que el mayor tuvo que dejar el paraguas para cargar a Poppy, dejo a Luna en el establo y junto a la rosada fueron hasta su oficina, donde tenia una chimenea que les vrindaria ago de calor para secarse, al llegar, Ramón la dejo en el sillón frente a este y prendio la chimenea, la rosada estaba apenas conciente, seguía mareada y agotada, así que cuando sintió el calor del fuego y de la manta que su amor le puso encima, la hizo sentir muy comoda, era un buen premio de consolación luego de lo que tuvo que pasar ese horrendo día, que esperaba terminara pronto, el azulado le trajo un vaso con agua para que recuperara algunas fuerzas y se sento junto a ella, tambien calentándose con el fuego¿Estas comoda?

Poppy solo asintió en respuesta y suspiro cansada, al notarlo, el billonario se acerco más a ella y la rodeo con sus brazos, pudo por fin sentirse aliviado de que en efecto, no la había perdido ese día—Gracias por salvarme...otra vez—Ambos rieron levemente por lo dicho, se miraron a los ojos con la suficiente iluminación para deleitarse con sus colores opuestos, los ojos de Ramón eran azul marino y los de ella de un peculiar fucsia, aunque ambos tenían un brillo debido a la luz de las llamas, sin poder resistirse más, los dos se besan con pasión y mucho cariño, estaban cansados dde tanto miedo y emociones, la única que querían experimentar ahora era el amor.

Luego de secarse y cambiarse, el peli-azul nuevamente la carga hasta su habitación, donde los dos se acuestan para finalmente dormir, Amapola se estira un poco y entrecierra los ojos, aunque aún habia algo que le impedia dormir, el temor, ese fuerte temor que tenía de que todo esto se tratara de un simple sueño y que a la mañana siguiente despertara en esa pista piedrosa, con frío, dolor y soledad, como si pudiera leer su mente, Ramón la envuelve entre sus brazos protectoramente, pasando sus manos por sus caderas, piernas, brazos y cabellos, llenando su rostro de besos en busca de calmarla, lo que su querida novia le había confesado allá lo asombro y perturbo, el hecho de que se menospreciera de esa forma, era algo que no soportaba, ¿Como esa hermosa, dulce, valiente y fuerte mujer no se daba cuenta de lo que era? Y lo peor fue cuando se autonombro "esclava", esto le probaba que a pesar de haberla liberado de sus cadenas, aún se encontraba apresada a su pasado, pero él no descansaría hasta que el amor de su vida se sintiera libre, y al fin puedan estar juntos son ningún problema, eso era lo único que deseaban.