CARTA XXXIV

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Hace un año desperté pensando que sería un día normal, la misma rutina, las mismas palabras, pero algo diferente ocurrió cuando llegó la mañana, tu invencible pero ahora ya cansado cuerpo decidió que era momento de descansar, no estaba preparada para que fuera tan rápido, ni de una forma tan inesperada, pero admiro y agradezco tu sabiduría y amor hasta el último segundo de tu existencia.

Escucho las canciones que me recuerdan a ti, de esa niñez en la que me acompañaste siempre y que hiciste tan feliz y sonrío por los momentos compartidos, con una dulce y preciosa tristeza; nostalgia le llaman algunos.

Cuando pienso en años atrás en los que me aterraba la sola idea de no tenerte a mi lado, no se compara en absoluto con lo que sentí cuando comprendí que nunca (o tal vez no en este mundo) volverías a tomar mi mano, darme tu cálida sonrisa y reprenderme cuando me estaba equivocando.

Comprendo la serenidad y sabiduría con la que esperabas que fuera tu partida, pero soy joven y un poco egoísta; me hubiera gustado que estuvieras conmigo sólo un poquito más, pues no ha sido fácil adaptarme a una vida en la que fuiste siempre imprescindible, y en la que no importaba lo mal o bien que fueran las cosas, tenía tu guía para indicarme el camino correcto.

No voy a mentir, pues tú me conoces perfectamente, sigo teniendo las mismas fallas, el mismo carácter, ese trato de para alejar a las personas cuando estoy a punto de quebrarme, pero ahora que no te tengo, no olvido lo que siempre me dijiste, desde que partiste he tratado de hacer lo mejor que he podido, y sé que me sigo equivocando, pero espero que desde donde estés me sigas guiando para que esas fallas sean cada vez menores, o por lo menos que esos errores nunca lastimen a nadie.

Muchos de los mejores momentos que he tenido en este año ocurren en sueños, en los que te puedo escuchar y abrazar de nuevo, pero también sé que tú quieres que viva y construya una vida de la que puedas sentir orgullo por haber formado desde sus inicios, por eso no me detengo y sigo disfrutando la vida que tanto amabas y que disfrutaste hasta el último momento, sin importar las circunstancias.

Te agradezco porque a pesar de todo siempre confiaste en mis posibilidades, y me impulsaste para jamás quedarme en la cómoda autocompasión, pues con tu ejemplo siempre demostraste que nosotros somos la mejor herramienta para cambiar nuestras realidades si no estamos conformes o nos dañan, me enseñaste que no es un trabajo fácil, pero que vale la pena el esfuerzo para vivir de una manera diferente y mejor.

No hay día que no piense en ti, en lo que me dirías, en lo que compartiríamos, las noticias que comentaríamos, las risas, regaños y planes que ya no fueron, porque nunca hay suficiente tiempo, abrazos y consejos cuando se trata de alguien a quien respetas y amas tan profundamente.

Escribo esto y sé que voy a despertar desorientada y triste como muchos días, este día un poco más que otros tal vez porque justo hace un año dejaste este mundo para formar parte de algo más grande, pero también sonrío porque de una u otra forma siempre te siento conmigo, y siempre seguirás presente, porque mi motivo mejor eres tú.

Un día nos volveremos a encontrar y esta vez, al salir la noche, no te irás, nos quedaremos juntos y observaremos el alba.

♥️

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