CARTA XXVIII

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Esa Noche...

He memorizado a fuerza, aquella noche fatal
cuando mis ilusiones quebraron y mi corazón estalló,
donde decidí alejarme de tu vida,
limpiar mis heridas, caminar sin ti y continuar.

Esa noche que he repasado entre lágrimas y dolor
y en la que luego de cada repaso nocturno,
viene el reclamo incesante de mi alma,
recriminándome una y mil veces que ya no estás junto a mí.

Luego del largo llanto, busco lavarme el rostro, y al verme frente el espejo inicia nuevamente la tortura.

¿Cómo fue que lo hice?
¿Cómo me pude llevar por el miedo?
¿Por qué decidí dejar atrás al hombre que amaba?
¿Cómo tuve el valor de lastimarlo tanto?

Me ahogo un momento
y luego del reclamo a mí misma,
me voy contra ti.

¿En qué demonios estabas pensando tú?
¿Cómo pudiste hacerme esto?
¿Qué no notaste que te amaba más a que a mí?
¿Cómo pudiste matarme de esa manera tan cruel?

Concluyo que te odio.
Y termino dormida.

Mientras duermo, regresas en mis sueños,
y me dices que quieres pasear conmigo.
La tarde en que me buscas huele a primavera, me invita a tomar un café,
y me alegro al sentir desde lejos tu cálido palpitar.

Mientras aún duermo, conversamos un rato,
reímos con las historias que me cuentas,
y suspiro en silencio porque no puedo tenerte,
pero agradezco que vengas, y me regales este encuentro, de esos que terminan en besos.

Despierto sin ti,
y así va otro día más.

Vives en mis tritezas
y en los anhelos que veo perder,
lates junto a mi corazón
que aún no logra repararse,
caminas a mi lado día a día
porque no te he querido soltar,
y te juro que te extraño con el alma
porque no te he dejado nunca de amar.

💕

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