-Capítulo 11-

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Salí de la habitación junto a mi futuro cuñado y fuimos por la parte de atrás del palacio para llegar al altar que montaron en el jardín interior, más de 1000 invitados sin contar su gente de seguridad estaban presentes, nos subimos a las escaleras del altar, quedando un escalón más alto que Yoongi, me gire y vi a Yang, no tenía idea que él nos iba a casar.

Kookie: no tenía idea que eres ministro –dije acercándome a darle la mano–.

Yoongi: el ministro que habíamos contratado tenía su visa vencida y nuestro querido Christofer Yang se ofreció a casarnos.

Kookie: ¿así que no será legal nuestra boda?

Yang: acabo de hacer un curso online para ser ministro así que si es legal, ahora lo importante es que T/N no escapé. 

Yoongi: no escapará, si lo quisiera hacer se hubiera llevado a los mellizos y están justo ahí –reí, al igual que Yoongi estoy muy asustado, volví a ver a la primera fila y estaban todos, toda la familia, los chicos, sus esposas e hijos y Ava, todo mundo estaba sentado en sus lugares, me estaba desesperando un poco hasta que escuché que cambiaron y le subieron a la música– ya es hora.

Empecé a escuchar las notas del piano delicado de una de nuestras canciones favoritas, la noche que Yoongi y yo propusimos matrimonio salimos a cenar a un restaurante elegante en el que bailamos esa canción toda la noche, los invitados voltearon a intentar ver a nuestras parejas, me puse un poco de puntitas para intentar ver a mi prometido, los segundos pasaban y mi corazón se aceleraba cada vez más hasta que lo vi, se veía perfecto, hermoso con su traje negro bastante parecido al mío, intenté entrar al sistema de cámaras de su habitación para verlo antes de la ceremonia pero no pude, iba de la mano con mi pequeña prima que también se veía perfecta, incluso me recordó a la foto vieja de la boda se su madre.

Kookie: no puedo respirar y me es casi imposible estabilizar mi puso –dije apenas audible para Yang que estaba junto a mi–.

Yang: tranquilos, ambos, esto es normal –entre más se acercaban a nosotros las miradas y suspiros de los invitados al mostrar nuestras identidades tomaban el protagonismo en todo el lugar, estaban a un poco menos de 15 metros de nosotros cuando vi que Yoongi llevo una mano rápido a su cara, estaba llorando por ver a su prometida, puse una de mis manos en su hombro para darle apoyo moral, llegaron hasta nosotros y antes que Jimin subiera las escaleras me acerqué y le extendí mi mano, no puedo creer que lo tenga frente a mi en un altar–.

Kookie: te ves perfecto –dije mientras le daba un beso en la mejilla–.

Yang: bien ya es hora de empezar –dijo en inglés mientras nos volteo a ver– quiero dar inicio a esta ceremonia de unión de estas 4 grandes personas, primero antes que todo familia, amigos, socios quiero que todos nos tomemos un momento para pensar en las maravillosas personas que tenemos enfrente –hasta ahí le puse atención a Yang estaba concentrado en mi prometido, viéndolo de pies a cabeza, mientras tomaba sus manos, no había otro lugar en el que quisiera estar, su mirada me hacía sentir a salvo, muy pronto nuestras hijas nacerán y ellos serán mi nueva familia, no medí la noción del tiempo cuando sentí que alguien me estaba pateando y luego escuche mi nombre– ¿Jeon Jungkook recibes hoy a Park Jimin para ser tu esposo, para vivir juntos en sagrado matrimonio, amarlo, respetarlo, consolarlo y cuidarlo, en la salud y la enfermedad, guardándole fidelidad hasta que la muerte los separe?

Kookie: si acepto.

Yang: bien, ¿y tú Park Jimin? Te repito la misma pregunta, ¿Park Jimin recibes hoy a Jeon Jungkook para ser tu esposo, para vivir juntos en sagrado matrimonio, amarlo, respetarlo, consolarlo y cuidarlo, en la salud y la enfermedad, guardándole fidelidad hasta que la muerte los separe?

ENTRE DOS DEMONIOS (Yoongi y Tú) EL REENCUENTRO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora