Capítulo 3

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*Contenido +18*

03.04.2022

Nueva York, EEUU

Jessica Fernández 

El despertador suena a las nueve de la mañana, como siempre, haciéndome saber que ya es hora de levantarse e ir a trabajar. 

Despego la cabeza del pecho del castaño y estiro la mano para aporrear el aparato que hay encima de mi mesa de noche haciendo que se calle. 

Escucho como Alex se estira en la cama y suelta una gran exhalación por la nariz. Me siento en el borde de la cama para despertarme por completo. 

—Te puedes quedar aquí—le digo con la voz un poco dormida.

—Quiero acompañarte—dice con la voz ronca, la cual es muy sexy. 

—Pues vamos—le digo levantándome de la cama y dirigiéndome al baño. 

[...]

Termino de bajar el vestido negro hasta que cubre mi trasero. Había optado por un vestido negro ceñido con manga larga y cuello alto. Tapa hasta un poco más de mi culo. Las mangas tapan la mitad de mis manos, y el cuello queda a la altura perfecta para no tener que doblarlo. 

Mientras miro como me queda el vestido en el espejo, las manos del castaño aparecen en mi cintura. Sus dedos están decorados con anillos y su camisa blanca se ve un poco por debajo de la manga de la chaqueta negra del esmoquin. 

—Lo que daría por quitarte ese vestido ahora mismo—dice en mi oído con voz ronca. 

Ojalá, pero si me lo quita que sea con la boca. 

—Hay que ir a trabajar—digo mirándole por el espejo. 

—¿Y si nos quedamos?—pregunta y besa mi mejilla, después planta un beso en mi cuello. 

—Después de las vacaciones hay mucho trabajo—le recuerdo a la vez que estiro el cuello y mis ojos se cierran por el placer que me está causando. 

Voglio farti mia, Jessica—dice en mi oído provocando que se me escape un jadeo. 

Lo que más me pone es que me hable en italiano, con la voz gruesa y un poco ronca. 

Agarra mi cuello con su mano y me obliga a mirarle. Sus ojos azul celeste hacen contacto con los míos, puedo ver como los suyos tienen un brillo singular y sus pupilas están dilatadas. 

Solo mio—dice para atrapar mis labios con los suyos y me da la vuelta poniendo una de sus manos en mi trasero, el cual aprieta suavemente,  manteniendo la otra en mi cuello. 

Me separo un poco de él.

—Tenemos—le doy un corto beso en los labios—trabajo—le doy otro beso y doy un paso hacia atrás haciendo que me suelte pues no opone resistencia. 

Doy media vuelta y salgo de la habitación. Alex deja caer sobre mis hombros una de sus chaquetas negras peludas y agarra mi mano entrelazando nuestros dedos para comenzar a bajar las escaleras. 

Nos dirigimos al exterior donde nos está esperando el coche. 

Mi chófer, David, abre la puerta de atrás del coche para que entremos. Se dirige al lado del conductor y entra en al coche para arrancarlo. 

Salimos del recinto y nos adentramos en la carretera. 

—¿Quién toca hoy?—pregunta Alex agarrando mi mano. Nuestro agarre queda en el asiento del medio. 

La reina del Infierno ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora