Capítulo 2

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01.04.2022

Nueva York, EEUU

Jessica Fernández

Cristian aparece por la puerta con el maletín en el que trae todo lo necesario para tatuar. Detrás de él aparece una castaña de ojos marrones, es Ana, y en los brazos trae al pequeño Max de poco más de dos años de edad. 

—¿Y ellos?—pregunto con una sonrisa al ver a la mujer y al niño. 

Termino de bajar los escalones y voy hacia ellos. Cuando llego cojo al niño en brazos.

—Pensé que te gustaría ver a Max—habla el pelinegro. 

—Pues has acertado—le doy al niño un beso en la frente. 

—Hola campeón—dice Alex al llegar al salón donde hemos apartado los sillones para poner la camilla. 

Alex coge a Max y le da un abrazo dejando un beso en su frente. 

—Madina Jesia—dice el niño a la vez que estira sus pequeños brazos en mi dirección para que lo coja. 

Lo cojo rodeando su cintura con mi brazo y colocando mi mano libre en su cabeza. Él apoya su cabeza en mi pecho al igual que sus brazos. 

—Se te da bien—dice la castaña a la vez que se sienta, ayudada por Cristian, en uno de los sofás. 

Le doy una sonrisa de boca cerrada a la castaña mientras mis ojos se desvían a su enorme barriga. Ella tienes ocho meses, recién cumplidos, de embarazo. 

—He revisado los diseños que me has mandado—nos interrumpe Cristian—, y los he rediseñado. 

Con el pequeño niño aun en brazos, voy hacia Cristian y miro los diseños que ha puesto encima de la camilla negra. 

Veo el boceto de tres triángulos invertidos, que están en una fila vertical, y entrelazados con las fechas de nacimiento de mis padres encima de cada línea horizontal, y la mía encima de triángulo que está más arriba. 

Hacía poco más de dos años de la muerte de mi padre, no lo había hecho antes por la enorme tristeza que me causaba el simple hecho de recordarle, pero ya estoy preparada para superar su muerte. 

Veo otro diseño de unas pequeñas alas de ángel con una aureola encima de estas. 

—Me gustan—digo desviando la mirada de los bocetos. 

—Bien, ponte en la camilla entonces—dice. 

Con el pequeño pelinegro aún en brazos, me siento en la camilla apoyando la espalda en el respaldo de esta. El pequeño queda apoyado en mi pecho con los ojos cerrados. Quito un pequeño mechón de pelo rizado de su cara para ver mejor su rostro sereno. 

Cristian llega con la platilla y una cuchilla de afeitar. Extiendo el brazo izquierdo y él comienza a quitar cualquier bello que haya en mi muñeca interna, después coloca la plantilla, presiona un poco ésta para luego despegarla y dejar la tinta, superficial, azul en mi piel. 

El pelinegro prepara la maquina con la aguja y yo tapo el oído que no está apoyado en mi pecho del pequeño mientras su padre comienza a dibujar en mi piel dejando así el dibujo impreso en mi piel. Al ser un pequeño tatuaje no tarda mucho y, al terminar limpia toda la tinta sobrante para después colocar un pequeño pegue transparente encima del tatuaje recién hecho. 

Alex llega a mi lado y, con cuidado, coge a Max que se ha quedado dormido encima de mi pecho. 

Cristian baja la camilla haciendo que quede como una cama. Me quito la camisa quedando en sujetador y yo me doy media vuelta quedando boca abajo en esta. 

La reina del Infierno ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora